Llega Rajoy al Congreso y les dice a los portavoces y portavozas de la oposición que no se hagan ilusiones, que aunque no se aprueben los presupuestos del Estado no va a adelantar las elecciones generales. Como sería deseo de Cs y de una buena parte de los electores del centro-derecha. Y lo malo es que ya se sabe que el presidente del Gobierno y del PP es un maestro en resistir, la personificación de aquello de que quien resiste gana.

Aclarado ese punto, Rajoy se acerca a Palencia, pues ahora quiere pisar las provincias, que se le están escapando a su partido con el rebufo de Cs en Cataluña, y acompañado por Herrera, que de vez en cuando se hace el duro y el critico con el presidente de cara a los medios, hace un brindis al sol acerca de la despoblación de Castilla, un problema eterno y muy grave, cada vez más agudizado, y al que la Junta no sabe poner freno, siendo como agua que se le va de las manos.

Pero Castilla y León tiene ahora menos habitantes que hace cinco siglos, cuando los Reyes Católicos, y en concreto Zamora tiene una población menor que hace siglo y medio. El censo baja y baja, sin parar, pero es que encima ese censo oficial a la hora de la verdad no se corresponde con la realidad, y se calcula que es un 20 por ciento menor todavía, salvo, si se quiere, en los meses de verano cuando los zamoranos del éxodo llegan a sus pueblos a pasar las vacaciones. Eso es lo que se trasluce de un trabajo de campo hecho al respecto por la Uned.

Hubo una época, en la década final del siglo pasado, que incluso en la región, una de las más afectadas históricamente por la emigración debido a su pobreza y falta de recursos, llegó a parecer que la inmigración recibida podría salvar el agujero de la despoblación, casi de la desertización, pero la irrupción de la crisis económica que el nefasto Zapatero, al frente del Gobierno de entonces, no quiso ver o quiso minimizar cuando ya el lobo devoraba a España, desinfló también aquel globo, lo mismo que hizo con la burbuja inmobiliaria y el sector de las cajas de ahorro. Luego llegó Rajoy con su histórica mayoría absoluta y con sus promesas, pero lo que hizo a la vista está.

Las cifras y los datos de la población en Zamora resultan dramáticos y ponen la provincia en peligro de extinción. En uno de cada cinco pueblos no hay niños menores de 5 años. Lo que significa, más o menos, en medio centenar. Son lugares de adultos y de viejos, sin primera infancia, sin risas, ni juegos, ni alegría infantil. Algunos de ellos con menos de 100 habitantes. En los núcleos rurales la edad media no suele bajar de los cincuenta años. En este país pendular no hay apenas natalidad y cada vez menos, por lo que las perspectivas no pueden ser más desoladoras. Así que a la gente de Zamora no le queda otro remedio que irse, contra su voluntad en la mayoría de los casos, en busca de trabajo, y volver en el verano, a pasar unas semanas, que es cuando se recobran por unos días, los recuerdos, las añejas ilusiones, las perdidas esperanza, la vitalidad y la vida en los pueblos. Luego, la realidad.