No cabe duda de que la presentación en Palencia esta semana de la programación del Año Europeo del Patrimonio ha sido un acierto para poner en valor la extraordinaria riqueza cultural e histórica de España en general y de Castilla y León, en particular. Cierto es que el potencial de la Comunidad en este ámbito es -y debe ser- un motivo de orgullo colectivo, pero no lo es menos que este valor incalculable supone un recurso estratégico a preservar por parte de todos, desde las instituciones públicas, el sector privado y el conjunto de los ciudadanos.

Al respecto, no ha podido ser más oportuna la reivindicación del propio presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, cuando lanzaba en presencia de Mariano Rajoy la necesaria valoración de esta realidad en el deficitario sistema de financiación autonómica. La defensa del patrimonio histórico-artístico exige no solo premios nacionales e internacionales, que, por supuesto, bienvenidos sean, sino también compromisos y presupuestos públicos a golpe de Boletín Oficial del Estado para que realmente este legado cultural no sufra el deterioro del ineludible paso del tiempo y la acción del hombre. Los 1.200 Bienes de Interés Cultural, los 23.000 yacimientos catalogados, los 122 conjuntos históricos o los más de 300.000 bienes inmuebles inventariados que reúne Castilla y León precisan planes de restauración continuos que las actuales arcas regionales no pueden absorber, sobre todo cuando la prestación de los servicios esenciales requieren, lógicamente, el mayor esfuerzo presupuestario. De ahí ese correcto llamamiento para que el nuevo modelo de financiación también tenga en cuenta la responsabilidad de conservar los recursos patrimoniales.

Del mismo modo, las iniciativas público-privadas, de cuya efectividad es fiel testigo la Comunidad, son igualmente herramientas a fortalecer, así como los diferentes programas de patrocinio específicos.

Todo ello no deja de ser la mejor forma de enorgullecernos de nuestro pasado para ponerlo al servicio de las personas y de las futuras generaciones.