Profunda indignación ha causado en España esa sentencia del Tribunal de Estrasburgo por la cual el Gobierno deberá indemnizar con 50.000 euros a los dos terroristas etarras que pusieron una bomba en Barajas a causa de la cual murieron dos personas. Estima el Tribunal ese que los dos asesinos fueron maltratados por la Guardia Civil cuando procedían a su traslado tras la detención, por lo que estiman la compensación económica solicitada por sus abogados. Con anterioridad, el Tribunal Supremo había desestimado la denuncia de los terroristas por lo que estos recurrieron a Europa, la vieja y cada vez más decadente y agobiante Europa, que consideró vulnerados los derechos de los etarras. Ya se sabe que menos los muertos por la violencia, todo el mundo tiene sus derechos.

Realmente, no debía sorprender la sentencia de Estrasburgo, pues llueve ya sobre mojado y no tan lejana queda todavía su resolución sobre la doctrina Parot en la aplicación de sentencias graves que había adoptado la administración de justicia española, según la cual cuando unas condenas se acababan de cumplir se iniciaban las otras que pesaban sobre el reo. Los de los derechos humanos dijeron que no, y el Gobierno de Rajoy, como si le hubiesen puesto un cohete en el culo, soltó de inmediato a peligrosos terroristas, asesinos y violadores. Pero tampoco cabe tanta sorpresa porque aquí mismo tenemos ahora como PSOE y Podemos quieren derogar con sus votos la condena perpetua revisable.

Ni es de extrañar siquiera que gente tan templada y tan suya como los ingleses hayan adoptado en referéndum la salida de Europa. La linea dura de algunos partidos de la extrema derecha que se va imponiendo en el continente, es una reivindicación coincidente que mantiene enhiesta. El hecho incuestionable es que en España, y en concreto en el País Vasco que vivió casi medio siglo de infierno terrorista a cargo de los asesinos de ETA, las decisiones europeas como esta ultima causan sobre todo mucho dolor. Fueron casi mil muertos, y sus familias ni olvidan ni perdonan, y sus testimonios se escuchan cada día por doquier, en especial ante la postura timorata habitual en Rajoy, dispuesto a todo por conservar su sitio en La Moncloa, pues ahora mismo se sospecha que si el PNV apoya finalmente los presupuestos del Estado que permitirá al Gobierno sostener la legislatura actual, será a cambio de componendas con los nacionalistas, siempre dispuestos a contentar a todos, encendiendo una vela a Dios y otra al diablo, componendas que además de las económicas anteriores como la ampliación del cupo fiscal, pasa siempre por el acercamiento a las cárceles vascas de los etarras presos.

Tan duro fue el choque entre el PP de aquella sufrida región y la debilidad de las huestes de Rajoy, tan empañadas ademas por el lodazal de la corrupción política, que de la pugna salió un nuevo partido: Vox, una derecha-derecha, vetada por la mayoría de los medios de uno y otro signo así como por las fuerzas económicas que le niegan financiación, pero que resulta que tiene mucho que ofrecer en todos los órdenes y que desde luego tendrá siempre en la memoria la sangre de las víctimas del terrorismo.