En Zamora apenas nacen niños. El resto de España está igual o parecida, sólo que lo de Zamora es mucho más preocupante porque arrastramos un déficit tremendo que viene de antiguo. Si no hay niños, no habrá jóvenes y si no hay jóvenes no hay futuro. Esta ciudad y provincia está en la urgente obligación de buscar una solución a ese problema, incentivando la maternidad como sea. Si no hay oportunidades laborales no hay niños. Y en Zamora, desgraciadamente, las oportunidades no existen, son nulas.

En la Europa común las cosas funcionan de otra manera. Las ayudas son reales y aunque las parejas en general tampoco estén por la procreación, se animan porque el Gobierno, el Estado, quien sea los anima. Aquí es que ni ánimo hay para seguir adelante. Los que se quedan no quieren complicarse la vida y los que se van lo hacen en busca de nuevos horizontes donde la familia tenga otra consideración.

El invierno demográfico por el que pasa Zamora es largo de solemnidad. Va de enero a diciembre, sin dar opción a otras estaciones más esperanzadoras. Y así llevamos unos cuantos años, demasiados. Los expertos dicen que estamos ante un "suicidio demográfico". Un suicidio sin cadáveres pero suicidio al fin y a la postre. De ahí que a las familias numerosas, tres y más hijos, haya que ponerles un monumento. Son las que están sosteniendo el censo. Lo malo es que a ellas tampoco se las valora, tampoco se las incentiva como se merecen por esa valentía, sobre todo en estos tiempos que de blandos no tienen nada.

Estos gobernantes no saben gobernar para los ciudadanos. Lo hacen para sus intereses, para las grandes fortunas y para las grandes empresas. Los autónomos a verlas venir. Y los trabajadores temiendo el cierre, el Ere y todas esas figuras contrarias a los intereses de los trabajadores. Una vergüenza y una pena. No sé si es verdad que la familia es lo que más valoran los españoles. Lo que sí sé es que cada día resulta más difícil constituir una familia.

Nuestras autoridades están en la obligación de tender puentes, empezando por la Junta de Castilla y León que ni fu ni fa, siguiendo por el Ayuntamiento y acabando por la Diputación Provincial. Hay que legislar promoviendo las familias e incentivando los nacimientos. Descuide usted, en este detalle no reparan. Vamos a construir frontones, piscinas, pistas de padel, parques infantiles y demás. Los niños ya vendrán. Y cuando no haya niños, los jubilados de setenta para arriba, dado el grado de longevidad en esta tierra, se encargarán de dar utilidad a los frontones, las piscinas, las pistas de padel y de tenis y demás. Oiga, que yo quiero que Zamora tenga de todo eso y de mucho más. Pero también quiero que tenga niños entrando y saliendo del cole, jugando en los parques y llenando de algarabía las calles.

Con un poco de suerte, a ver si el invierno demográfico da paso a una larga primavera.