Cada uno tiene sus preocupaciones, de todo tipo, pero estas no las detecta la habitual encuesta trimestral del CIS que sí lo hace en cambio respecto a las preocupaciones generales, sociales, que inquietan más a los españoles. Y que suelen ser casi siempre las mismas, solo con algunas variantes coyunturales. Lo que no se sabe si eso es buen o mal síntoma de la sociedad actual.

El paro lleva muchos años, desde que comenzara la crisis, a la cabeza de este triste hit-parade, y aunque el desempleo ha descendido y con ello la preocupación, se mantiene siempre en primer lugar, con un 65,8 por ciento, pese a los cantos triunfalistas del Gobierno, lo que demuestra que la gente tiene una percepción distinta, más cercana y real de la situación. Lo mismo que sucede con la corrupción política. Solo que en este caso no es ya que se mantenga sino que se incrementa, puede que coincidiendo con los juicios de Gurtell, de la Púnica, y de los ERE de Andalucía. Y derivado de lo cual, ocurre que los partidos políticos y los propios políticos sigan representando una fuente inagotable de preocupación, por lo que dicen y hacen, para los ciudadanos. Sin embargo, y es una novedad agradable aunque lógica, ya se detecta mucha menor inquietud sobre los locos afanes separatistas de Cataluña. Detrás, la sanidad pública pero con bastante diferencia pues solo un 10 por ciento de los ciudadanos consultados lo consideran un grave problema.Y sube la violencia de género, que preocupa a un 4,6 por ciento de los ciudadanos, tras un año que registró un incremento del número de homicidios con mujeres como víctimas.

En cuanto a los partidos y sus políticos, tampoco hay apenas variaciones, pues todo se mantiene poco más o menos como estaba, con la reprobación masiva de la sociedad a sus dirigentes y teóricos representantes. Ocho de cada diez de las personas encuestadas consideran mala o muy mala la labor del presidente Rajoy, al que continúan valorando desde siempre con la peor nota, aunque ahora, desde que apareció Podemos, le supera en este negativo sentido su líder, Pablo Iglesias. Solo Albert Rivera, el jefe de filas de Cs, se salva de la quema general y constante, aunque tampoco llega al probado. Parece que como ocurre con el PP en las elecciones, que se elige al menos malo o a lo malo conocido, sucede ahora con los centristas. Pero aun les queda camino por recorrer.

Todo bastante normal. Aunque llama la atención que un hecho que está todo los días en los medios, y que cuenta con tanto activismo subvencionado, la ideología de género y sus muchas variantes, preocupen tan escasamente. Los lobbies feministas han dejado ahora sin trabajo a las azafatas de los acontecimientos deportivos para salvarles de ser mujeres-objeto, dicen, y cada vez son más y más altas las voces que protestan contra quienes intentan imponer su inquisición, dictadura, y censura, cuando la igualdad es algo patente, demagogias aparte, en una España que supera la media europea de mujeres directivas y en altos cargos. Y de "portavozas". Mala cosa para sus "miembras", según su ridículo lenguaje, cuando estos movimientos radicales empiezan a dar a veces pena y a veces risa.