Que tome nota el independentismo catalán. Blasonan del vecino país galo, en cuya Liga no les hubiera importado jugar de haber alcanzado su despropósito, cuando el presidente del vecino país muestra una firmeza envidiable en lo referente a nacionalismos e independentismos. Francia también tiene un problema con los corsos. Pero lo resuelven con una unanimidad ejemplar, con una contundencia apabullante.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se ha mostrado favorable a que se aluda de forma específica a Córcega en la Constitución gala, como forma de "reconocer su identidad y anclarla en la República", pero ha rechazado otras reivindicaciones nacionalistas en materia de lengua o residencia. En Francia, y Córcega es parte de Francia, sólo se habla francés. Es el idioma oficial, y punto. No hay concesiones de ningún tipo que luego acaban volviéndose contra las estructuras del Estado. "El bilingüismo no es la cooficialidad" ha remachado el presidente galo quien se ha mostrado inflexible ante ciertas aspiraciones corsas.

Y no como en España, donde la tibieza o la debilidad de los distintos gobiernos, ha llevado a esa babel en la que la minoría quiere imponer lo suyo a la mayoría. ¿Dónde se ha visto eso? Macron ha realizado su primera visita a la isla desde que llego al palacio del Elíseo. Y lo ha hecho tras la reciente victoria de los nacionalistas en las elecciones regionales de diciembre del pasado año. Así y todo ha mostrado su firmeza, reiterando que no está dispuesto a ceder en algunas de las reivindicaciones históricas de Córcega.

Y no como en España, donde enseguida se raja el gobierno que toque, haciendo gala de ese buenismo absurdo que nos está llevando por el peor de los caminos: el de la cesión. Macron les ha bajado los humos y ha echado agua sobre los rescoldos. Es más, ha rechazado de plano la amnistía para los condenados por la violencia independentista que se prolongó durante cuarenta años hasta que los terroristas corsos, el Frente de Liberación Nacional de Córcega, depusieron las armas en 2014.

Y no como en España, donde ETA, Grapo, Frap y compañía permanecen en un limbo absurdo, sin haber aclarado convenientemente su situación actual. Yo no me atrevería a decir que ETA está muerta y enterrada. Si se hubieran puesto tantos presidenciales cataplines encima de la mesa, cuánto se hubiera evitado.

Ninguna Constitución europea es tan generosa como la española con las autonomías. Aunque no quieran reconocerlo. Al nacionalismo, la ambición le ha hecho perder el paso iniciando una carrera que no conduce a parte alguna. Lo lamentable, con el esperpento diario con el que se ponen en evidencia, es que no rectifiquen. Sólo faltaban los vascos del Pnv pidiendo el "derecho a decidir", la "naturaleza confederal" y "la capacidad de representación de Euskadi en la Unión Europea", ¡y un piano por dos reales! Los que nos faltaban.