Hay casos en los que la ignorancia o la estupidez, que no son lo mismo, se visten de feminismo, y un ejemplo lo tenemos en el empleo, esta semana, por Irene Montero, de Podemos, del palabro "portavoza".

Uno podría pensar que el celo feminista de algunas y algunos los lleva a veces a comer errores léxicos, pero lo peor no es eso, sino que se defienda luego el disparate con argumentos como el de que así se da más "visibilidad" a las mujeres.

"Ya son demasiados los siglos en los que el lenguaje se utiliza como instrumento para perpetuar el machismo en las sociedades", dijo la dirigente (o dirigenta) de ese partido. Y en su defensa salió por supuesto el "cabezo" de Podemos, Pablo Iglesias, tuiteando que "hacer una sociedad más justa para las mujeres implica también mejorar y cambiar el lenguaje para hacerlo inclusivo".

Otra política, la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, redundó en la estupidez, dándole la razón a Montero: "Yo a mi portavoza (Margarita Robles) la llamo portavoza". La cosa tiene además su historia porque hace algunos años, otra política del PSOE, Bibiana Aído, entonces ministra de Igualdad y hoy, según he leído, representante de "ONU Mujeres" en Ecuador, habló de "miembros y miembras" y se quedó tan pancha.

Sorprende que políticos de unos partidos que tanto empeño y razón ponen en defender la pluralidad de identidades sexuales parezcan ser tan cicateros con los géneros gramaticales. ¿O es que en la escuela ya no se enseña como antes que, además de "masculino", "femenino" y "neutro", existen otros géneros llamados "epiceno, común y ambiguo"?

Ya le chirría a uno a veces que se hable de "jueza" cuando no hay un "juezo" que parezca justificarlo. ¿Habremos de decir "el violinisto", el "espío", tratándose de hombres?

El problema en el caso de "portavoza", que uno espera que no llegue nunca a consolidarse, es que quien utiliza esa palabra parece desconocer su por otro lado fácil etimología: "portar" y "voz", palabra esta última que, para más inri, es femenina.

¡Luchen en el Parlamento, en la calle o donde haga falta a favor del derecho a la igualdad salarial de la mujer, defiendan que la Academia admita a más mujeres, pero cuiden por favor de paso nuestra lengua, que es un bien precioso!