ACarles Puigdemont no le basta ser presidente simbólico en Waterloo con primer ministro ejecutivo en Barcelona: quiere una presidencia legítima en Bruselas y otra operativa en Cataluña. Lo legítimo es lo conforme a la ley, lo justo. A su cómplice ERC "le suena bien".

Se trata de hacer posible una investidura imposible que suene bien (la posible le obliga a presentarse ante el juez) y cabría pensar que ese "legítimo" sea una construcción independentista formada por "timo" (del árabe tamm) y "legis" (del latín lex) que signifique "hurtar algo con engaño a la ley". Es forzado pero no más que otras partes del proceso de independencia que hace tiempo que dejó de ser un juego de tacticismo para ser un juego de palabras que "suene bien".

Lo que suena bien y lo eufemístico -lo bien hablado- son vecinos bien avenidos. En el proceso de evolución lingüística, el eufemismo es el lenguaje erguido que procede del primate (primero, primordial) que es el étimo (palabra verdadera). Lo eufemístico es estirado y enemigo de lo etimológico. Para que la presidencia no sea efectiva pero suene bien a ERC le bastaría con concederle a Puigdemont la "presidencia etimológica".

La palabra "presidente" se forma con "prae" ( "delante") y "sedere", ( "estar sentado") y significa "el que está sentado al frente". Pero "sedere" también significa "trasero" lo que deja la posibilidad de que Puigdemont sea presidente en la nueva acepción de "primer trasero" de Cataluña en Waterloo sin interferir con el presidente "sentado al frente" de Cataluña en Barcelona. Incluso podría ser el "trasero delantero", que no es más contradictorio ni poco funcional que ser presidente simbólico o legítimo con residencia fuera del lugar de presidencia.