Nadie es perfecto, como la conciencia sincera de cada uno nos dicta, a poco que queramos reflexionar sobre nosotros mismos y sobre los demás; lo que nos debiera impulsar a tomar las decisiones y medidas para mejorar nuestro proceder propio y hacia los demás "segundo a segundo", lo que conllevaría una mayor felicidad para todos, unas mayores cotas de bienestar físico y espiritual, unas mejores relaciones en el ámbito laboral, una mejoría en el trabajo en equipo, inexcusable en toda actividad económica-empresarial y de la función pública, como en cualesquiera otras organizaciones; lo que conllevaría un mejor aprovechamiento de los recursos humanos, un aumento de la productividad, una mayor y mejor satisfacción de las necesidades y demandas de todos.

La comprensión recíproca entre las personas que tienen que relacionarse; por lo motivos y circunstancias que fueren, como pueden ser las de índole familiar, de conocimiento, de amistad, de vecindad, etc.; es fundamental para que el conocimiento de los deseos, de las aspiraciones, de los pensamientos ajenos, etc., nos permitan evitarles perjuicios y daños innecesarios, y sí colaborar, ayudar, apoyar y hasta perdonar, si llega el caso, a nuestros semejantes; pues todo ello, también lo queremos, y lo precisamos para nosotros mismos.

La comunicación sincera, respetuosa y, en su caso, en el momento adecuado, y con las palabras precisas y siempre respetuosas, nos permitirá poner de manifiesto nuestros sentimientos, nuestras opiniones, nuestros pareceres, etc. con quiénes estamos en contacto conocemos, lo que posibilitará lograr al menos la consideración y el aprecio que todos deseamos para nosotros mismos. Lógicamente toda manifestación sobre el "otro" debe hacerse a él exclusivamente, con la discreción y en el lugar propicio, pues en los locales públicos, por ejemplo, las paredes "oyen", no sabemos quienes son los que están a nuestro lado, el "cotilleo, el chismorreo, el chivateo, etc.", es moneda corriente; con los perjuicios que se derivan de todo ello.

Y saber perdonar, y "mirar hacia adelante", pues todos, indebidamente, podemos haber hecho algún comentario inoportuno, inadecuado, sin venir a cuento, sin pensar, de manera inconsciente, que pudiera no ser justo y molestar a los demás, por no poder ser cierto.

La comprensión, la comunicación, la sinceridad, la buena voluntad, el pedir perdón, el saber perdonar, el querer la paz, la educación, la puesta en práctica de las creencias y mandatos religiosos, el sentido de la humanidad, etc., contribuirá a que todos seamos más felices, nos llevemos mejor y, a ser posible, nos respetemos y queramos más.

Paz y perdón, que diría Manuel Azaña.

Sancho de Moncada