Pablo Iglesias es el líder peor valorado según la encuesta del CIS, con una nota de 2,54. El que llegó a la política como el gran redentor, el denunciador de injusticias, la esperanza no sólo de los pobres sino también de la zarandeada y estafada clase media es despreciado por la peña. Debería preguntarse por qué. Tal vez su compadreo con el independentismo, que es lo más insolidario que hay, tenga algo que ver. O las purgas efectuadas en su formación. Albert Rivera sigue siendo el majete por antonomasia. Su nota es de un 4,01. Alberto Garzón ha caído del primer lugar de la lista. Es menos famoso ahora. Podemos se ha tragado a IU y la tierra se ha tragado a Garzón, al que uno entrevió no obstante en la gala de los Goya el otro día. Podrían darle un papel. Uno que no quisiera, por ejemplo Javier Gutiérrez, hombre de moda en la tele y el cine español ("El autor", "Vergüenza") que se prodiga por decenas de producciones.

Mariano Rajoy baja un poco pero se mantiene en cuarta posición. Parece que en su partido algunos dirigentes regionales se están impacientando y lo instan a modernizar la formación, a señalar ya candidatos y a cambiar a algunos ministros para dar un impulso al Gobierno. Rajoy sabe que dar impulso es cesar a gente, lo cual debe darle a él un impulso inverso, como de volverse al sofá por no pasar un mal trago.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, saca un 3,68. Estos días, Felipe González en una entrevista en "El Mundo"; Rodríguez Ibarra en la tele y otros ilustres socialistas en medios de comunicación diversos, vienen diciendo que Sánchez tendría más aprecio popular y más apoyo electoral si fuese capaz de explicar de manera clara en diez minutos qué proyecto territorial tiene para este país. O nación. O territorio o lo que sea. Añadimos que no estaría de más tampoco que adobara, completara y explicara bien su agenda de reformas sociales. O qué fue de la propuesta para cofinanciar las pensiones con un impuesto a los bancos. Pareciera en ocasiones que Sánchez lanza propuestas destinada al rápido consumo por la opinión pública. Y al rápido olvido. Una suerte de globo sonda con poco helio, que es lo que hace que los globos se mantengan en el aire. Pero la cosa -parece- es mantenerse con nota, no ser un nota más.