Como todos los años por estas fechas el final de enero trajo el aumento del desempleo, lógica consecuencia del fin de la campaña de Navidad, que este año no satisfizo para nada las expectativas creadas por las buenas nuevas económicas con que suele regalar a la gente el Gobierno, aunque no cuele porque la realidad se impone siempre, enseguida, en las cuentas y los bolsillos propios.

El caso es que se trata de breves contratos temporales que cuando acaba vuelven a dejar las cosas como estaban, aunque mas vale algo que nada. Zamora ha sido dentro de la región la provincia más castigada con este repunte del paro. Pero tampoco se puede negar que cierta recuperación se ha dejado sentir últimamente - aunque no tanto como pregonan los propagandistas del partido que gobierna, sustentados en sus sólidos cargos públicos, tan generosamente retribuidos - pues al final de 2017 habían sido creados 611.000 empleos, aunque muchos en precario. Lastima que ello no haya tenido repercusión apenas en grandes masas sociales como la de los pensionistas, con el ridículo aumento habitual del 0,25 por ciento y en los asalariados, con una media del 1,4 por ciento de subida en los sueldos, cuando el incremento de los precios ha rondado el pasado año el 2 por ciento, aumentando así su pérdida de poder adquisitivo, algo que se mantiene pese a haberse superado los tiempos duros de la crisis.

Pero no solo ellos, porque resulta que también el sector empresarial y muy en concreto el del comercio, especialmente el minorista, se siente afectado por un consumo que no pasa de moderado y que no ha respondido a lo que se esperaba. Los bajos salarios, y la congelación de pensiones, han contribuido poderosamente a que así sea. Y no solo eso, porque los datos manejados desde la patronal demuestran que el consumo no solo no ha crecido sino que en los últimos meses se ha ido desacelerando notablemente, incluida la campaña navideña de ventas que en el sentir de la mayoría ha sido muy decepcionante. Solo se salvan las grandes superficies, como siempre, pero el pequeño comercio ha sufrido el parón generalizado del consumo, tras un tiempo de esperanzadora bonanza. Y si las cosas se mantienen y no van a menos es porque la banca ha mejorado sus condiciones respecto a los créditos, lo que hace que se sostengan las ventas en determinados sectores claves.

O sea, que ni tanto ni tan calvo. Se va tirando, hay unas bases económicas más solidas, el paro ha disminuido sensiblemente, y la situación ni es tan óptima como la pinta y colorean desde el Gobierno y su partido, ni tan negativa como se quiere hacer ver desde la oposición. Son puntos de vista diferentes, por aquello, ya se sabe, de que todo es según el color del cristal con que se mira. En Zamora ha habido un ejemplo reciente con la polémica que han sostenido el subdelegado del Gobierno y la organización patronal Zamora 10 que ha calificado de grave la situación de la provincia, que pierde 3.000 habitantes cada año ( de ahí la reducción del paro) después de unas triunfalistas declaraciones del representante del Gobierno. Claro, qué va a decir el hombre. Pero la realidad es la que manda.