En las últimas semanas, por cuestión de algunas tareas pastorales, me he topado con algunas personas que justifican algunos comportamientos e ideologías con palabras de la Biblia y que, sin embargo, contradicen otros textos: podrían dejarme una apología demasiado fácil. Una situación de incomprensión de sus sentimientos por parte de la familia, un hijo que estrena la juventud con la muerte y que sume a sus padres en una honda depresión de años, personas que sienten la llamada de Dios pero solo encuentran dificultades para poder responder, perder la esperanza en la humanidad por los golpes de la vida, o la fe en la Iglesia por los golpes de sus hermanos. Personas, unas más sencillas, otras más formadas, que intentan justificar su rabia, su desazón, sus sentimientos o su comportamiento en una cita descontextualizada de la Escritura; una cita que nada tiene que ver con el sentido general de la Palabra de Dios, que es una palabra de justicia y también de ordenamiento de nuestros comportamientos, pero con misericordia y consuelo. Porque optamos por la comodidad de caminos fáciles en nuestra vida, no debemos justificarlos con su Palabra.

Al principio el que escribe siente extrañeza, muchas veces pena. En ocasiones estoy tentado de pensar que son ignorantes de lo que en verdad quiere decir la Palabra de Dios, aunque es evidente -pienso después- que quizá yo también pueda caer en eso. Porque eso es efecto de la necesidad de ser escuchados y comprendidos por Dios, más aún, de ser aceptados por él pese a nuestra debilidad.

En el evangelio contemplamos a Jesús que cura a la suegra de Pedro y a otros enfermos y endemoniados. Cura la enfermedad y limpia del pecado y, con ello, libera al hombre de todo aquello que aplasta su esperanza, su vida y su alegría. Y al amanecer, quizá mientras muchos le seguían buscándolo, él oraba. Dice el evangelio que Simón y los demás lo encontraron así y le dijeron: "todo el mundo te busca". Y es que en esta frase podría resumirse bien su vida y su misión continuada por sus discípulos en la Iglesia. Unos lo buscaban para seguirle y otros para matarlo.

Y toda esa gente que busca un consuelo en la Biblia, una palabra de amor que les diga que Dios les acepta y les ama, buscan -como aquellos endemoniados y enfermos- quien les pueda curar y escuchar. Pero a pesar de no encontrarlo, Jesús no está ausente? está orante. Acaso pudiéramos encontrarlo en la oración.