Brusco giro en la situación de Cataluña. En solo 24 horas se pasó de la vía muerta a la vía libre. Tocado y hundido, aparentemente, Puigdemont se rendía sin condiciones, y así lo admitía en unos mensajes enviados al móvil del ex consejero Comín, también huido en Bruselas, después que Torrent anunciase el aplazamiento de la sesión de investidura ilegalizada por el Tribunal Constitucional, y extrañamente expuestos a que fuesen captados por las cámaras, como así ocurrió, en una reunión con periodistas el martes 30 por la tarde. El descubrimiento de los mensajes ha resultado un auténtico boom informativo y político y hasta social por cuanto que si se confirma que Puigdemont ha tirado la toalla, ello supondría el hallar una salida al largo y oscuro callejón no ya del independentismo pero sí del proceso separatista. Los textos no pueden ser más explícitos con el ex president de Cataluña reconociendo el triunfo del Gobierno de la nación, lo que supone que "esto se ha terminado" aludiendo al victimismo de sentirse sacrificado por los suyos, por los secesionistas o sea.

Unos mensajes posteriores de Puigdemont reconocían la autenticidad de los mismos aunque pretendiera justificarles en una caída de ánimo al conocer la suspensión de la investidura y como el Constitucional le negaba cualquier posibilidad de ser investido lejos del Parlament, a la vez que deploraba el uso de los mismos. Pero, simultáneamente, el ex president y a través de las redes sociales mandaba textos alentando a los suyos y asegurando sentirse tan firme como siempre en su postura y sin ceder en sus pretensiones. El doble lenguaje habitual en esta gente. Pero sea como fuere, a los líderes golpistas del l de octubre se les están cerrando todas las puertas y encima el Tribunal Supremo, dada la gravedad del juicio puede, según las normas vigentes, adelantar las instrucciones para que el juicio o los juicios correspondientes a los encausados se celebren en el plazo de solo unos meses, tanto es así que en el ámbito judicial se confía en que esta primavera y en todo caso antes del verano los responsables de la rebelión queden inhabilitados ya para ocupar cualquier cargo público, lo que haría olvidar los sueños de Puigdemont y los suyos.

Lo que hace la situación muy difícil para los independentistas que tendrán que recurrir a la única salida que les resta: la de colocar en la Generalitat, si es que logran ponerse de acuerdo, un nuevo candidato no marcado por los hechos anteriores y en cualquier caso libre de tener que rendir cuentas ante la justicia. Es una filosofía práctica que como ya ha pasado en el Parlament puede imponerse. Pero la desunión continúa siendo la tónica entre los separatistas, con Ezquerra y por supuesto la CUP marcando distancias respecto a Puigdemont y su PdeCat, y no seria nada extraño que en esta tesitura haya que celebrar nuevas elecciones en Cataluña.

En el Gobierno la noticia se recibió con regocijo, pese a las reservas que deben existir aunque no se expresen, pues se considera un triunfo del Estado. Si no es todo un golpe de efecto más.