Ya a la finalización de enero me entra en la cabeza a modo de inexorable despertador la fecha del 31, festividad del santo educador Juan Bosco. Toca con ello, como en años anteriores, toca digo volver a dar lugar al tradicional artículo en La Opinión. EL tema siempre el mismo en años anteriores:: el de la educación. En ello se empeñó el santo, así lo exigían los chicos de la calle de la industrial Turín de mediados del XIX: casa, hogar y colegio al tiempo.. Pero no puedo pasar por alto este año el nombramiento del asturiano Ángel Fernández Artime como superior general de la Congregación Salesiana. Sucede aquí lo que en la Iglesia. Hasta hace un tiempo no era inteligible un papa que no fuera italiano y lo mismo pasaba con los sucesores de D. Bosco. Pero Ángel, justo es decirlo, ya no es el primero. El habérmelo encontrado yo en su etapa de seminario en Cambados (Pontevedra) produce en mí la comprensible sensación de la sorpresa, fruto en parte de lo inesperado y del paso del tiempo, una sorpresa con el acompañamiento añadido del cariño..

Tengo en el despacho el Boletín Salesiano, la revista mensual para toda la gran familia nacida a mediados del XIX en el Piamonte italiano. El Nº 5 de mayo del 2016 lleva en portada una foto a toda plana del actual Rector Mayor de los Salesianos. Créanme, de tanto en tanto pongo la palma de la mano sobre esa foto y me digo entre incrédulo y protector: "¡Pobre Ángel!". Es joven, muy joven, para los tiempos que corremos. El mismo papa Francisco, que lo conoció en Argentina siendo arzobispo de Buenos Aires, Ángel allí como Provincial, cuando se le presentó en el Vaticano con el nombramiento de Superior General bajo el brazo, le soltó, con el gracejo y espontaneidad que lo caracteriza: "Che, gallego, ¿qué han hecho contigo los salesianos?".

Y ha sido de nuevo en España, ya como Superior General, que ha reconocido el cambio: "el mundo entero es ahora mi verdadero horizonte". Y viene a España porque la Institución que él preside, como la Iglesia en su conjunto, al igual que los estamentos civiles, están pasando por el frío tamiz del discernimiento. Otros lo dicen revisionismo. ¿Dónde estar o no estar?, ¿cuáles los desafíos, los retos y prioridades?, ¿qué lugar dentro de la Iglesia?. Ángel, con cara y sonrisa de niño aún, como si el cargo le hubiera descargado de años, tras el saludo presenta su programa: "Invito a vivir vocacionalmente en forma. No somos Salesianos del siglo XXI solamente para sobrevivir sino para vivir con auténtica pasión religiosa y educativa. No somos una Congregación ni de escuelas, ni de parroquias, ni de centros juveniles, somos una Congregación para los jóvenes y debemos distinguirnos por ser de puertas abiertas. Ningún joven nos estorba ni molesta. Somos una hermosa familia en la Iglesia". Pues nada que añadir.