Como todas las encuestas sin excepción -falta la del CIS- prevén la debacle que parece esperar a Podemos en los comicios venideros, tanto municipales y autonómicos como generales, sean cuando sean estos últimos, la gente de Pablo Iglesias, que cada vez van siendo menos y peor avenidos, se han lanzado ahora con el anuncio de una serie de medidas destinadas, afirman, a mejorar el país y hay que suponer que la vida del paisanaje. Solo que ya no es como antes, que ya no engañan salvo a los que quieren ser engañados, pues a Podemos, aquel partido que tantas esperanzas habría despertado como alternativa renovadora de una nueva socialdemocracia, como la de Macron en Francia, acorde con la situación actual de España y tras décadas de bipartidismo PP-PSOE, hace mucho que se le vio de que pie cojeaba, del izquierdo, rancio marxismo-leninismo que ni siquiera se puede excusar ahora en la utopía de aquellos programas electorales que al menos denotaban una ilusión joven a la que invitaban a una sociedad demolida por la crisis. Realmente, las campañas del Gobierno contra Podemos y sus relaciones internacionales, que si Venezuela, que si Irán, resultaban innecesarias ante lo que se pudo ir descubriendo luego, un refugio de extremistas fuera de la realidad, con su abstención que permitió mantener a Rajoy en Moncloa, con su postura en el conflicto de Cataluña, y con tantos otros hechos que vinieron a expresar que Iglesias había tocado su techo y caía hacia el suelo electoral.

Las medidas propuestas son de carácter social en su mayoría, pero casi todas tan irrealizables como todas las suyas. No habría sueldo fijo para todos los ciudadanos, claro, que eso ya no cuela, pero si un plan de renta garantizada para quienes se hallen en el umbral de la pobreza, especialmente familias con hijos.También, escuelas infantiles gratuitas para niños de 0 a 3 años. Y una especial atención a la ley de dependencia. Por supuesto, las pensiones volverían a subir cada año lo que suba el IPC, y no el miserable 0,25 por ciento actual. También habría planes de empleo juvenil, y rescate a la ciencia y gratuidad del material escolar, aunque ninguno de estos tres capítulos tendría tanto presupuesto como el que se dedicaría a la ideología de género sus muchas extensiones. Y por si todo eso fuera poco, 20.000 empleos mas en la Administración publica y viviendas de alquileres mínimos obligando a ello a los grandes propietarios que tengan pisos cerrados por más de dos años.

Pero todo eso y más supondrían unos 25.000 millones anuales. ¿Y de donde iban a salir? Como todos los políticos, o que juegan a la política, tampoco parece que se haya molestado mucho en estudiar el dilema: saldrían de los impuestos, directos e indirectos, IRPF incluido. Los bancos y las grandes empresas pagarían tributos especiales. Que ya se sabe como repercutirían: en los precios de los servicios y en los despidos masivos de trabajadores. En cuanto a reducir el gasto publico, ni mención. Ni tocar el Senado, las Diputaciones, los organismos duplicados, la mitad de los cargos autonómicos, la totalidad de los enchufados, las autonomías mismas. No, gracias. Ya se lo dirán los electores cuando voten.