Había oído con el mayor escepticismo las proclamas de ecuanimidad del nuevo president del Parlament, Roger Torrent, y éste no ha defraudado las expectativas. Viendo su currículum, en el que figura como "político y politólogo", estaba claro que se trata de un independentista de oficio, en el sentido de que, igual que Puigdemont, nunca ha tenido otro. El independentismo es su vida, no tiene ninguna (ni ganas de buscársela) más que trabajar de independentista. Sólo es posible tener independencia de criterio y personal cuando la nómina de uno no depende de lo que opina o hace. Igual que Torrent, debe de haber toda una generación de clones, seguramente muy bien formados, que ha hecho carrera con el independentismo, incrustados en ayuntamientos, diputaciones, Parlament y demás. Una fuerza de choque de lealtad a prueba de bomba, obligada a dar la matraca, al menos, hasta su jubilación.