Han podido vivir ustedes hasta ahora felices y tranquilos sin saber lo que es la Telemática y para qué sirve?, ¿podrán descansar de aquí en adelante ignorando la aplicación de tal disciplina al noble arte de la Política?, ¿aguantarán sin estallar sus nervios ante las múltiples y asombrosas variantes que se abren en asunto tan espinoso y delicado? Yo tengo mis dudas. Tantas que, para despejar interrogantes, ha ido directamente al Diccionario de la Lengua Española y me he encontrado con la siguiente definición de Telemática: "Aplicación de las técnicas de la telecomunicación y de la informática a la transmisión de información computarizada". Al parecer, la palabrita de marras es un acrónimo de la voz inglesa "tele informatics", o sea las dos sílabas de "tele" y las dos últimas, castellanizadas, de "informatics". Y una vez conocido todo esto, definición y génesis, ¿qué? Sigo más o menos como estaba.

Y sigo así porque, cuando creía haber avanzado algo, escucho el martilleo constante y machacón de la "investidura telemática de Puigdemont" que acapara (¿alguien llegó a pensar alguna vez lo contrario?) toda la actualidad nacional y de los Grandes Expresos Europeos. Repaso otra vez el significado de Telemática y vuelvo al diccionario a ver si, poniendo "investidura", me aclaro y lo puedo ir contando mientras le doy al dominó.

Investidura: "Acción y efecto de investir". Segunda acepción: "Carácter que se adquiere con la toma de posesión de ciertos cargos o dignidades". Bueno, algo hemos mejorado, así que para rematar busco "investir". Y el diccionario dice: "Conferir una dignidad o cargo importante". Y agrega a modo de ejemplo: "Lo invistieron con/de los honores del cargo". Hasta aquí lo que he podido sacar en limpio yendo donde hay que ir. Pero, ¿cómo se aplica todo esto al sonsonete de Cataluña y al prófugo belga?

No parece muy de recibo sino más bien un brochazo dadaísta que un señor o señora pueda dirigir un gobierno desde el extranjero y a miles de kilómetros de distancia. Como bromita imaginativa no está mal. A partir de ahí, el absurdo. Sin embargo, mentes supuestamente ilustres y preparadas, presuntos padres de nuevas patrias lo ven como normal, natural y hasta recomendable. Si nada lo remedia, el presidente de las Cortes catalanas, Roger Torrent (ERC), propondrá mañana al aspirante a honorable, Carles Puigdemont, como candidato a dirigir la Generalitat- Como anda por Bruselas y haciendo bolos allá donde le llamen o logre que le hagan algo de caso, la mayoría independentista apostará, contra el criterio de los letrados del Parlament y del sentido común, por una "investidura telemática".

Volvamos a la casilla de salida. Unamos lo que dice el Diccionario de la Lengua Española sobre los dos vocablos citados. Investidura telemática quedaría así: "Carácter que se adquiere con la toma de posesión de ciertos cargos o dignidades mediante la aplicación de las técnicas de las telecomunicaciones y de la informática a la transmisión de información computarizada". Iba buscando claridad y me he encontrado con la negrura total. Se me abren más interrogantes que respuestas. A ver: ¿cómo computarizamos a Puigdemont?, ¿lo transformamos en computadora o basta con traducir esta palabra al catalán?, ¿qué hacemos con el flequillo, con el lazo amarillo y con la solidaridad y apoyo de la extrema derecha flamenca?, ¿cómo se transmite esa información computarizada, como el dinero de los Pujol a Andorra, como la pasta del Palau al partido de Mas, Puigdemont, algún Jordi o cómo?

Todo son incertidumbres, senderos que se bifurcan y no llegan a ningún lado. Mejor dicho: llegan a uno, siempre al mismo y desde hace años; llegan a demostrarnos que a esta gente se la trae al pairo la legalidad, la Constitución, el Tribunal Constitucional, el resto de España, los informes de sus propios letrados, el destrozo social y económico que han hecho en Cataluña, las malas perspectivas futuras y hasta los resultados electorales del 21-D, donde hubo, no lo olvidemos, más votos españolistas que secesionistas. Y sin propósito de la enmienda por mucho que Roger Torrent parezca haber hecho algún guiño a la vuelta a la normalidad. Pero ya está la CUP con el hacha levantada y ya están las entidades soberanistas subvencionadas y bien untadas preparando el terreno para movilizaciones y otras acciones en pro de la independencia. Otra vez a manipular, a tensionar, a discriminar y a intentar que el procés salte a la opinión pública internacional y se convierta en un problema europeo.

Y en esas volvemos a estar. Otros cuantos mesecitos (o años) de cansancio y de hartazgo. ¡Y yo sin aprender Telemática y sin saber si la puedo poner o no en las tijeras de podar!