La tontuna actual que marca su impronta sobre la humanidad, o simplemente el marketing comercial, o lo que sea, han hecho desde hace más de una década que el lunes pasado fuera considerado a priori como el peor del año. Se basa el asunto en una especie de logoritmo, o algo así, basado en una serie de variantes como el fin de las fiestas, los gastos de esas fechas, la presencia fría y gris del invierno, y otros motivos. Una cosa sin apenas pies ni cabeza pero que siempre resurge por estas fechas, aunque realmente y desde siempre los lunes tengan muy mala fama, con razón, y sean considerados los días peores de la semana. Salvo por los adictos al trabajo, que les hay y muchos, y que ya el domingo por la tarde comienzan a echar de menos la reanudación del habito laboral cotidiano,.

Para algunos habrá sido un lunes con el que no quisieran haberse topado, para otros habrá resultado una jornada espléndida, en la oficina, o en el amor, o en el cupón de la Once, y para la mayoría habrá sido un lunes más, otro día, sin la menor relevancia ni por un lado ni por otro, que es al fin y al cabo lo mejor que puede ocurrir, y sobre todo lo que suele ocurrir. De hecho, casi nadie se apercibe de esta patraña aunque se prodigue en los medios con anterioridad, muestra de la nula importancia que se concede al tema. Sin embargo, he de reconocer que para mi, particularmente, fue un día malo pues me vi obligado a llevar a una de mis dos viejas perritas al veterinario para que le fuese administrada la letal inyección que pondría fin a una existencia que fue feliz pero se extinguía de mala manera, debido a los años y a las enfermedades, como ocurre igualmente a las personas. Es muy duro, y cualquiera que se haya visto en tal tesitura lo sabe de sobra.

Menos mal que esta mandanga de los lunes tristes se instala solo una vez al año, al comienzo del comienzo. Lo que necesita el mundo son mensajes de optimismo, de confianza, de esperanza, y más en los tiempos que se viven. El hecho de que el creador del invento aparezca en una campaña de publicidad ya deja claro la validez científica del asunto: ninguna. Así que en todo caso, mas valdría dar bola, aunque tampoco mucho al reverso de la moneda, o sea al cuento de la jornada matemática mas alegre del año, que es en la segunda semana de junio, o sea cuando el verano se acerca y la tradición de la noche de fuego de San Juan es como un adelanto del tiempo festivo y cálido. Ni una cosa ni otra, pero puestos a elegir mejor sería quedarse con esto último.

La verdad es que ya hay demasiadas días de todo y para todo. Cada día del año tiene en la actualidad una denominación, un fin, una llamada de atención hacia algo o hacia alguien. Un acierto, porque cumplen un fin humano y social en muchos de los casos, aunque la reiteración acabe hasta agobiando. Pero por eso mismo y al margen de esas fechas que sirven y se utilizan solo como reclamos propagandísticos, no se entiende, salvo por la curiosidad que supone, tanta difusión de estos establecidos intentos de encajar sentimientos diversos y difusos en el corazón y la mente de los demás.