No hace muchos días señalábamos que el historiador debe ser imparcial a todos los efectos cuando expone los hechos que han sucedido, línea que sigue este diario y que demuestra su carácter democrático. Nos referimos ahora a nuestro paisano, José Carlos Romero Herrera, que nació en Fuentesaúco en el año 1941 y que por su origen hay que encuadrarle, inicialmente, en el mundo rural aunque luego realizaría sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid. Afiliado al PSOE, fue nombrado por Felipe González Márquez, Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, cargo que ejercería durante tres legislaturas, desde el 1 de diciembre de 1982 hasta el 7 de julio de 1991, siendo sucedido en el puesto por Pedro Solbes. Está casado y tiene dos hijos. En las elecciones generales de 1986, fue elegido diputado al Congreso por la provincia de Zamora, cargo que repetiría en la siguiente legislatura de 1989. Causó baja en el Partido Socialista el 13 de Abril de 1993.

Sintetizamos las ideas que intentó poner en práctica, obtenidas de los discursos que pronunció en diferentes momentos: 3 de febrero de 1983 en el Congreso de Diputados; 25 de mayo en el Senado y 13 de febrero de 1986, al dar a conocer el Proyecto de Ley de Bases del Régimen Jurídico de las Cámaras Agrarias. Se hallan condensadas en el primero de los tres. Dice que entre los problemas básicos del país están: La menor productividad del sector agrario respecto a otros sectores económicos (industrial y servicios) a la vez que la población activa del campo sólo alcanza el 16% del conjunto de la población activa total; la corriente emigratoria del campo a la ciudad ha producido graves desajustes demográficos por lo que grandes regiones rurales se han despoblado, hecho que corre paralelo a un envejecimiento muy grande de la población activa del campo ya que más de la mitad de ella supera los 45 años; la sociedad española ha modificado profundamente su forma de comportamiento respecto a la demanda y consumo de productos alimentarios sin que la ordenación de la política agraria haya respondido adecuadamente a estos hechos; cree que la administración rural, la persistencia de formas e instituciones sociales antiguas, la falta de información etc., producen en una buena parte del campo una marginación y un subdesarrollo, incompatibles con una sociedad avanzada de finales del siglo XX. Para solucionar ésto considera necesario que exista una mayor unión de los agricultores y de sus asociaciones para potenciar su voz y voto en las instituciones públicas, lo que exige una gran colaboración de todas las Comunidades Autónomas; hay que intentar crear pequeñas y medianas explotaciones familiares agrarias y dotarlas de la correspondiente ayuda estatal; para incorporar jóvenes agricultores es imprescindible la capacitación profesional de los que quieran ser propietarios de explotaciones rurales, no olvidando nunca la Seguridad Social Agraria y dotar de un paro digno a los campesinos que se queden sin trabajo; en cuanto a la ganadería se debe mejorar las razas de animales autóctonas y dotarlas de una mayor y mejor alimentación por lo que está dispuesto a fomentar la producción de plantas forrajeras y a crear Libros Genealógicos de razas de animales; la promoción de ayudas para aumentar la producción de leche y carne será una de sus prioridades; para estabilizar el sector pesquero hay que establecer acuerdos con otras naciones para asegurar la pesca en aguas internacionales y proceder a una ordenación de las nacionales para conservar y desarrollar nuestros recursos. Su política alimentaria, procurará disponer de una cantidad y calidad de alimentos suficientes para el abastecimiento de la población y fomentar la competencia con otros países. En su disertación no se olvida el ministro de la actividad vitivinícola (clave en nuestra región). Sus medidas siempre estuvieron encaminadas para entrar en la Unión Europea que se efectuaría en 1986.