Son tantos los acontecimientos políticos que se suceden cada día en nuestro País que no hay tiempo material para su digestión y mucho menos para vislumbrar la solución de los mismos; de manera que los ciudadanos están (estamos) con dificultades para analizar con cierta capacidad de comprensión y, por supuesto con la pretensión y frustración de contribuir positivamente, ante el mayor ataque de la historia democrática a la integración y cohesión territorial de España. Tras el golpe institucional, que pretendió dar el independentismo el pasado otoño, da la impresión de que ha paralizado, aún más al gobierno de Rajoy, frenando en seco las tareas legislativas, abandonando la presencia internacional, al tiempo que se ha desentendido de las funciones y quehaceres de los ciudadanos.

El último ejemplo lo hemos padecido con el comportamiento del temporal de nieve que dejó a miles de ciudadanos tirados en la autopista, que tan cerca nos cae a los castellanos y leoneses. Eso sí, abroncando a los automovilistas por la ausencia de preocupaciones al no haber previsto el día, el lugar y la hora en el que se iba a producir la tormenta. No deja de ser una peligrosa metáfora muy representativa de la forma de funcionar de esta administración del Gobierno de España. Se podría decir con palabras de las familias afectadas: "El Gobierno nos dejó tirados".

Probablemente y como consecuencia de los asuntos provocados durante tanto tiempo en Cataluña, se han enmarañado los equilibrios políticos en el resto de España, porque su gobierno, el del Estado, no ha tenido en ninguno momento la capacidad de mantener la iniciativa, al tiempo que ha desatendido los problemas generales y la gobernanza de los asuntos ordinarios. Como consecuencia inmediata, esta situación ha provocado que la iniciativa legislativa haya brillado por su ausencia, contagiando de parálisis e ineficacia a los otros poderes y muchas instituciones.

Como contraste de los efectos de esta peligrosa situación, se han agudizado y aumentado los asuntos pendientes; por lo que es evidente la urgencia en recuperar los proyectos y programas que afectan directamente a los ciudadanos y las familias, con el fin de que el creciente deterioro del Estado de Bienestar, no signifique el posible no retorno en las condiciones de vida de quienes más riesgos soportan y que se han visto afectados en sus condiciones de vida. Por poner un ejemplo que afecta a millones de españoles: la calidad de los empleos que se crean es de baja calidad, dada la temporalidad y el reducido salario de los nuevos trabajos, con lo que se hace imposible afrontar la administración de una familia de trabajadores.

Por otro lado, y en relación a la importancia del presente y futuro, y que afecta al conjunto de los españoles, se está perdiendo el tiempo en activar la Comisión del Pacto de Toledo que ponga al día los compromisos con los actuales pensionistas, al tiempo que se establezcan programas de futuro; y es que la evolución demográfica, como todo el mundo sabe, con un envejecimiento creciente, no favorece el necesario aumento de la relación entre cotizantes y pensionistas.

La paralización del Gobierno está llegando a repercutir en el resto de las instituciones públicas, llámense Autonomías y Ayuntamiento, también en el mundo de la empresa y de la economía en general. El ejecutivo no ha sido capaz de negociar los Presupuestos Generales del Estado, prorrogados desde primeros de este mes. Ciertamente ha disminuido el paro, pero la desigualdad y la precariedad laboral sigue aumentando, y las cuentas públicas no cuadran, especialmente las de la Seguridad Social. Es bien sabido, como comentan algunos, que la afición de Rajoy y sus ministros es la estar abonados a soluciones en diferido.

Ciertamente la crisis catalana es de profundo calado y muy perturbadora para el conjunto de España, pero los ciudadanos tienen, tenemos, urgencias que atender que no deben quedar encalladas, por la irresponsabilidad del secesionismo, ni por la incapacidad del Gobierno. Es urgente afrontar y responder a los desafíos sociales, económicos, medioambientales del conjunto de nuestro País. Es igualmente apremiante afrontar los graves retos como lo es la recuperación económica justa, que combata la creciente desigualdad; también la regeneración democrática tan perjudicada en los últimos tiempos

Mientras tanto, y por desgracia, la corrupción y el fraude retornan en la preocupación creciente de los ciudadanos españoles. Es de obligado cumplimiento que de manera urgente, el partido del Gobierno y el propio Gobierno tendrán que emplearse a fondo asumiendo sus responsabilidades y explicar cuál es la situación actual; también como salir de esta desagradable trama que confunde a todos los ciudadanos; proyectando, dentro y fuera, una sociedad recelosa y en retroceso al sufrir una desconfianza en sus propias posibilidades, desenfocando los nobles objetivos que nos habíamos propuesto la mayor parte de los españoles.