Cuando después de Reyes se reanuda la vida, el mundo aparece lleno de nuevos propósitos, que pueden afectar a salud, trabajo, relaciones, proyecto vital, ritmo de gasto o a cualquier hábito. Sale uno a la calle, o llega a la oficina, o se ve con una persona amiga, y a poca atención que ponga se topa aquí o allá con algún buen propósito. Rara vez se hacen explícitos: son irregularidades, desajustes, golpes de frío (como los que acompañan a los espectros), cosas que no estaban y están, o que estaban y no están. Tropieza uno con ellas y se dice: caramba, otro buen propósito. A veces son más duraderos, otros menos, muchos son para bien, y en general no hacen daño, salvo los de los jefes (en general a costa de los subordinados). Tienen siempre algo de reseteo vital, pero en el fondo funcionan como una especie de remordimiento por los excesos de las Saturnales (hoy llamadas Navidades).