Y a es la segunda o la tercera vez que escribo este artículo. Pero no me cansaré de escribirlo mientras la cosa siga sucediendo. La cosa es que estás hablando con alguien a través del móvil, y ese alguien tira de la cadena, es decir, descarga la cisterna del retrete vaciando al mismo tiempo el contenido de la conversación que mantenías con él o ella (el genérico no me alcanza). Hay gente (y genta) que no encuentra momento para devolverte la llamada en todo el día, pero de súbito ha de acudir al baño y se dice: vamos a aprovechar para telefonear a este gilipollas. Estas personas suelen tener los cinco sentidos compartimentados. Significa que lo que escuchan no afecta a su olfato o lo que ven no afecta al sabor de lo que comen. Son sujetos (y sujetas) poco sinestésicos en general y no se hacen cargo de que muchos de nosotros, cuando escuchamos el ruido de una cisterna a través del móvil, y aunque esta se halle a miles de quilómetros, somos capaces de oler lo que se lleva tal descarga. Un poco de sensibilidad intelectual, ya que no se les puede pedir una pizca de intuición emocional.

En efecto, te lo digo a ti, querido amigo, que ayer mismo, mientras arreglábamos el mundo por teléfono, estabas aliviándote en el cuarto de baño. No creas que no me di cuenta. Yo, por respeto a la conversación, me hallaba sentado ante mi mesa de trabajo, delante del ordenador, rodeado de cuadernos y de libros que hablaban de lo estropeado que está el mundo y de por dónde deberíamos comenzar a repáralo. Precisamente, acababa de tomar unas notas que pensaba enviarte por correo electrónico y que ya no recibirás porque justo en el momento más interesante de la charla te limpiaste el culo (tenías puesto el manos libres, lo supe por el eco), tiraste de la cadena, te subiste los pantalones, te enjuagaste las manos, y abriste la puerta del excusado para continuar la conversación por el pasillo.

Te limpiaste el culo, en fin, con mis palabras, que a continuación se despeñaron hacia las cloacas por conductos a través de los cuales no debería discurrir el pensamiento de nadie ni de nadia. ¿Pensabas de verdad que no escuchaba, que no olía, que no gustaba, que no sentía? Solo decirte que a la mierda te vas tú, cabronazo.