Como pasa el tiempo, Señor, parece que fue ayer cuando nos dejaste, hace dos años y como don José el curica de Muga iba andando por esas calles y saludando como siempre con un sonrisa. Don José siempre dejó huella por los pueblos que iba pasando, hasta que llegó aquí, su pueblo. Apenas quería salir, siempre tenía trabajo y todo lo que hacía con mucha alegría, siempre tenía palabras muy amables hacia los demás pero al mismo tiempo era muy humilde, siempre agachaba la cabeza, era muy amante de la naturaleza porque en ella veía a Dios. A Dios lo veía por todos los rincones y daba mucho gusto hablar con él, Dios le dio mucha inteligencia y un gran corazón, nada se guardó para él, todo lo contrario, ayudaba a todos los alumnos que necesitaban apoyo, sabía llegar a la diana del corazón. Fue una persona muy sencilla y amante de la fe que Dios le había dado en su vida. Era muy observador y congeniaba con los niños, con los jóvenes, con la gente mayor. Dios le había dado mucho dones y un gran entusiasmo hacia los demás, para hacer grandes proyectos y claro que los hizo. Fundó lo que más quiso, un colegio y una residencia. Antes quiso hacer una cooperativa de leche, pero no se llevó a cabo.

Una vez le dije que cuando muriera que le iba a escribir al papa para que lo hicieran santo y me dijo que no lo hiciera, porque siendo más joven le daba cachetes a los chicos que estudiaban en la casa parroquial. Yo pienso que cuando fue camino del cielo le dio un sitio muy privilegiado por el bien que había hecho aquí en la Tierra.

Cuando vivía con sus padres, don José nos contaba que había sido malísimo y cuando le dijo a su madre que quería ser sacerdote, su madre se quedó muerta y no se lo podía creer. Simplemente le dijo su madre que fuera el mejor para Dios y que era una cosa muy seria y creo que fue así. Dios cuando llama a una persona le transforma para darse de lleno a los demás y Dios así lo hizo con don José Gutiérrez, siempre tenía a personas que le apoyaban y le ayudaban porque valía. Don José cuidaba mucho las homilías para decirlas en misa. Yo observaba como la gente que iba a misa no pestañeaba, estaba muy atenta, porque don José sabía transmitir y llegar a los corazones, les hablaba de la fe de Cristo, les hablaba de lo humano, les hablaba de la moral y la gente salía contenta, él se pasaba la tarde del sábado buscando en sus libros enseñanzas para sus homilías y claro que llegaba, así era don José, una persona maravillosa que supo meterse en esos corazones de esas gentes sencillas que vivían en Muga, pero lo que más quería era a sus alumnos, se desvivía, hasta les compraba barcas para el tiempo de ocio. Era incansable, fue una gran persona a la que siempre recordaremos porque se dedicó a los demás, su corazón estaba lleno de amor a Dios. Háblale a Dios de nosotros ya que estás muy cerquita de Él. Don José, no se olvide de nosotros y ruega por nosotros al padre eterno.

Juan Bautista Vidal-Abarca Gutiérrez (sobrino de don José Gutiérrez Mazeres )