No sé por qué decimos descambiar. Sería más apropiado decir cambiar. A secas. Regalos. Llegan los Reyes. La intención es lo que cuenta, no. Lo que cuentan son los precios. Sea previsor: o sea, deje las compras para última hora así solo sufrirá una vez los agobios. Si compró ayer o hace una semana no en el postrero momento volverá a ir. Siempre se olvida algo.

No es cuesta porque la veas, es cuesta porque te ve. Enero. Y no la subes ni queriendo. Un detallito. Un detallito es el que tendrían algunos si se fueran a vivir al extranjero y así no hubiera que regalarles nada. Las rebajas, para el que se las trabaja. No se olvide del roscón. Y tome partido: con nata o sin nata. Una vez probé uno relleno de cabello de ángel y todavía me estoy recuperando. El ángel, también. Saque el niño que lleva dentro, dicen algunos. No, no lo saque, habría entonces que comprale un barco de Playmobil de esos tan difíciles de montar y usted va bien apañado o apañada con un perfume y un libro. Hay libros que se huelen y perfumes que se leen. Corbatas. Ya se llevan menos. ¿Dónde habrán ido todas esas que usted ha regalado a su padre, su abuelo, su hermano mayor o su jefe? Las corbatas arrumbadas, por miles en miles de armario, acabarán un día rebelándose y pidiendo ocupar el lugar que una vez tuvieron. La revolución de las corbatas, que así se llamará, puede hacernos un nudo en la garganta.

La Navidad es la época del año en la que se nos acaba el dinero antes que los amigos, decía el comediante norteamericano Larry Wilde, alguien que se ha tomado tan en serio el humor que ha escrito más de cincuenta libros sobre la materia, lo cual es tarea muy seria. Si regaláramos uno cada Navidad, tardaríamos más de medio siglo en regalarlos todos, lo cual no es ninguna broma. Tiene uno que se titula El libro oficial del humor polaco, pero en España no ha hecho mucha gracia. No es que no entendamos el humor americano sobre los polacos, que se las trae; es que está en inglés, que no es que se las traiga pero sí que resulta ser para los españoles una asignatura pendiente para dar y regalar. Las nuevas generaciones prefieren regalar tecnología que libros, lo cual bien podría ser algo que se venga diciendo desde Gutemberg, que seguro que después de inventar la imprenta se estaría quejando de lo poco que se vendían los libros. Compre con cabeza. No en vano, ir decapitado a un gran almacén es bastante incómodo.