Al pan, pan, y al vino, vino. Llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos, indirectas, ni evasivas, dicen que es una virtud de la recia idiosincrasia castellana. Pero por Valladolid y los alrededores del Gobierno autonómico andan escandalizados porque los socialistas pretenden que en el nuevo Estatuto se reconozca que Castilla y León son dos regiones distintas. Como si unos -con su propuesta- y otros -con su alboroto- acabaran de descubrir la pólvora. ¿No se acuerdan de aquel reiterativo discurso político que justificaba toda iniciativa gubernamental en la necesidad de "elevar a nivel oficial lo que a nivel de calle es normal"? Pues eso. Hagan ustedes la prueba en Santa Clara y pregunten a los viandantes o a cualquier escolar qué regiones componen esta comunidad autónoma; o si Extremadura es una de las regiones que forman Castilla y León; o por qué esta autonomía lleva una "y" copulativa en su denominación oficial...

Hombre, el repentino giro leonesista del PSOE de Angel Villalba tiene todo que ver con el pacto firmado con la UPL para garantizar el Gobierno socialista en el Ayuntamiento de León, eso está claro. Pero de reprocharle algo, yo aprovecharía el caso para echarles la bronca por haber tardado tanto, por venderse antaño a intereses espurios y pasar por el aro que manejaban al unísono Martín Villa y Peces Barba, en compañía de otros, y que supuso que hace un cuarto de siglo se crease con calzador esta macro autonomía que no despierta precisamente unanimidades y en la que a unos les va mucho mejor que a otros. También es verdad que, fuera de la provincia del norte, a la mayoría de los ciudadanos que hoy viven en espacios que alguna vez fueron Reino de León, el asunto se la trae más bien floja (y no digo ya en Asturias, Galicia o Extremadura, todos ellos territorios históricos de la corona leonesa). O eso -indiferencia, cuando menos- es lo que demuestran cada vez que tienen ocasión de dar su apoyo electoral a alguna de las opciones leonesistas. Así son las cosas en democracia: tantos votos tienes, tanto vales.

Que ésa sea una evidencia indudable -aunque abierta al debate- no debería impedir admitir lo obvio y no justifica montar una escandalera política porque en la "constitución" autonómica, en su preámbulo, se reconozca la bi-regionalidad de este tinglado, que Castilla y León es eso: una comunidad autónoma compuesta por León y por Castilla. ¿Acaso es mentira? Pero quita de ahí. Dice el portavoz del gobierno autonómico que con estas cosas no se juega, que es un asunto cerrado en las Cortes. Y otros nos amenazan con peligrosos nubarrones políticos: diferenciar dos territorios en la comunidad sería el primer paso para exigir una autonomía leonesa independiente de Pucela, digo de Castilla; podría implicar que la Administración autonómica tuviera que elaborar dos presupuestos diferenciados; o también verse obligada a repartir las sedes autonómicas a partes iguales entre León y Castilla. Todavía no han dicho nada sobre el riesgo de que una cosa así -hablar de dos regiones- produzca impotencia, sea malo para la salud, provoque envejecimiento de la piel y sea pernicioso para quienes nos rodean.

Oportunismo socialista y conveniencia partidista, fehacientes. Cinismo pacato (han hecho lo mismo cuando les ha interesado) y negación burda de lo obvio por parte de los populares, más que evidentes. Como si no hubiera asuntos más gruesos en ambas regiones por los que escandalizarse...