Mientras el PP sigue buscando su camino de cara a las elecciones generales, los socialistas, una vez fracasado su intento de conseguir acabar con el terrorismo etarra por medio de la negociación, se vuelcan en lo que consideran ahora su principal baza: la política social, un aspecto que en realidad ha sido aunque desigual en resultados uno de los más afortunados de su gestión, plasmado en leyes que afectan a la igualdad, a la violencia de género, a la ayuda a las familias y a las personas dependientes. Un bagaje, pese a todo, no suficiente a la hora de acudir a las urnas, por lo que se anuncian nuevas y hasta espectaculares medidas en este sentido.

Se empezó con la dotación a los recién nacidos y se continúa desde el ministerio de Sanidad con el proyecto de la asistencia bucodental gratuita para los menores, algo por cierto que en Zamora ya se viene realizando desde hace algún tiempo sin tanta alharaca. Pero el de los cuartos, el ministro Solbes, ya ha dicho que calma, aunque todo se andará, dadas las fechas, próximas a las elecciones, en las que estamos. Y a continuación, la joven ministra de la Vivienda, la catalana Carme Chacón, que es mujer inteligente y decidida y que sabe bien que la política debiera estar para servir a la sociedad, ayudando a resolver los problemas que le toca vivir, deja entrever que se prepara una nueva ley de vivienda en la que se incluyen aspectos tan llamativos e inéditos como que el Gobierno pueda conceder subvenciones a quienes se encuentren en situación de no poder pagar la hipoteca.

No vamos a decir que sea una medida de tan posible impacto como la famosa ley de pensiones no contributivas de Felipe González pero casi. Porque las subidas de las hipotecas constituyen una de las principales preocupaciones y cargas hoy día de los españoles, de millones de españoles que han tenido que hipotecarse de por vida para poder comprar un caro piso y que han visto cómo en el curso de los dos últimos años los intereses han ido subiendo hasta en veinte ocasiones sucesivas. Y ya se sabe cómo se las gastan bancos y cajas: o se paga o se quedan con la vivienda y a la calle. Ante esta dramática situación, el Gobierno propondrá la creación de un fondo nacional de ayuda, que el afectado por el desahucio habrá de devolver cuando pueda. Es una medida muy humana, muy justa, que demuestra sensibilidad y que puede dar muchos votos. Aunque habrá que esperar a ver qué opina Solbes.

En relación con la política social de vivienda no acaban aquí las medidas que se preparan, pues se iniciará, además, una nueva ofensiva en torno a la promoción de los alquileres, fijando desgravaciones para los jóvenes que arrienden viviendas. Por cierto, que al llegar a este punto, cabría preguntarse, como ya hacen muchos, porqué sólo se habla, una y otra vez, machaconamente, de ayudas para la juventud.

¿Y los que ya no lo son tanto o no lo son en absoluto? Hay otra mucha gente, de variadas edades y condiciones, que también necesita una vivienda y no puede acceder a ella por sus escasos recursos. La moda del todo para los jóvenes, extendida a todos los sectores, es socialmente injusta.