Empiezo por decir que cada quien es dueño de su cuerpo y que con él puede hacer lo que le dé la gana en tanto en cuanto no afecte a la sensibilidad de otras personas. El colectivo Femen tendría su aquel, incluso provocaría simpatías si no fuera porque cada uno de sus actos está presidido por la provocación, la ofensa gratuita y el mal gusto. Dicen que buscan "la completa victoria sobre el patriarcado", entiendo que se han equivocado en el fondo y en la forma. Con lo que hacen obtienen un minutito de gloria y nada más. A medio y largo plazo empiezan a producir hartazgo, sobre todo porque no respetan a nadie. Y esa supuesta "victoria sobre el patriarcado" debe proseguir desde el respeto más absoluto, nunca desde la irreverencia, desde la confrontación, nunca desde el descaro, nunca desde la desvergüenza.

Molestar a otros colectivos para salirse con la suya, no es bueno para su activismo medio desnudo. Pero es que en verdad está medio desnudo de todo lo que pudiera hacer interesante y edificante este movimiento. Lucha, pero no hace falta desnudarse para ello. Reivindica, pero no te pongas en contra a los demás a fuerza de afrentarlos. Manifiéstate, pero con una visión más a largo plazo. Y no que estas chicas van a salto de mata y hasta donde se sabe, sin conseguir nada positivo. No me extraña. Podían ganarse el apoyo y la simpatía de las mayorías y sin embargo cada vez se alinean más con los grupos residuales.

El último asalto de Femen se ha llevado a cabo en la Plaza de San Pedro en El Vaticano. Todos los años se instala allí un precioso belén, hecho de piezas que representan el nacimiento a tamaño natural. Una preciosidad y ya no sólo en el plano religioso, también en el artístico. Pues bien, una activista del citado grupo saltó al interior del nacimiento gritando "Dios es mujer", el mismo slogan que llevaba pintado en la piel, tratando de robar al Niño Jesús del Belén del Vaticano. Desnuda completamente de cintura para arriba, hubiera conseguido su objetivo si no hubiera sido porque un policía logró bloquearla.

Son ganas de incomodar a los creyentes. Son ganas de provocar. Son ganas de jorobar al prójimo que admiraba el nacimiento. Son ganas de hacerse notar, pero sin fundamento alguno, sin argumentos. Decir a estas altura eso de que "Dios es mujer" para reivindicar no se sabe bien qué, si el feminismo, si la feminidad, si la total dignificación de la mujer, exactamente ¿qué? Si la mujer no tuviera participación alguna en ningún ámbito de la vida habría que empezar a ponerse serias. Pero de otra manera bien diferente, precisamente para no provocar hilaridad o disgusto o rechazo como provocan las Femen, pero es que aunque muy lentamente, se van dando pasos. Bien quisiera que la mujer estuviera más presente en los gobiernos, en los puestos de decisión, en las finanzas, en los grandes y pequeños consejos de administración que hay que seguir reivindicando pero no a tetazo limpio y armándola como acostumbra este colectivo.