Se sabe que las primeras representaciones de la tierra fueron completamente inexactas y que la inexactitud es un error, palabra o hecho desacertado o falseado.Un atlas no es solamente la representación geográfica de la tierra, sino también la de un mismo tipo de categoría con una distribución determinada, así surgen atlas temáticos, lingüísticos, geopolíticos, económicos, corporales, emocionales y muchos más.

El ser humano siempre ha necesitado representar el mundo que le rodea para creer que puede comprenderlo mejor, aunque haya sido a partir de las falsedades o de errores. ¡Qué más da! El caso es creer en algo, por ejemplo, que lo que se representa es algo verdadero, sabiendo por anticipado que la mayoría de las veces lo expuesto sea inexacto, falso o no ajustado a la verdad.

Los soportes para representar mapas y planos han sido muy variados a través de la historia, paredes de cuevas, piedras, papiros, papel, rostros y muchos más, baste citar algunos de los más antiguos del mundo, de momento, uno de ellos data de hace más de 13.000 años y fue realizado por cazadores nómadas que se alojaron en la cueva de Abauntz, en Navarra, los cuales grabaron en una piedra el paisaje que visualizaban desde la entrada de la misma. Y otro, encontrado en un yacimiento en Ucrania, en un trozo de colmillo de mamut, que data de hace unos 12.000 años, donde aparece dibujada la pequeña aldea de Mezhirich.

Por la simple representación de la tierra que habitamos han muerto muchos, cuando intentaron convencer al resto de los humanos de que era redonda, otros por defender una verdad como un templo, que la tierra no era el centro del universo, otros por ampliar límites, otros? Se ha demostrado que la falsedad y el error atraen a la violencia y a la muerte.

Se conservan muchos mapas antiguos donde se da fe de los sitios más dispares de la tierra y sus habitantes. Así surgieron los libros de sucesos maravillosos o marabilia, que tanto proliferaron en la época antigua, donde se describían lugares insospechados y mágicos recubiertos de metales y piedras preciosas, plantas desconocidas y aguas con propiedades impensables, las más buscadas las de la eterna juventud, seres con formas extrañas, con la cabeza en la mano, con una sola pierna, con único ojo en la frente?

Fue el filósofo griego del siglo IV, Platón, quien en sus diálogos El Timeo y El Critias nos citó una isla mítica, llamada Atlántida, conocida desde hacía más de 9.000 años.

Un discípulo de Sócrates, Critias, conoció por boca de su abuelo la existencia del lugar, a quien a su vez se la contó el legislador griego Solón, aquel que cuando acabó de escribir la constitución se auto desterró, para evitar tener que cambiarla al día siguiente, debido a la incompetencia e incoherencia de los habitantes del país. Como se puede apreciar la historia se repite continuamente.

La Atlantida al parecer ocupaba desde el norte de África hasta el mar Tirreno en Italia.

En el Crítias se nos da cuenta de su geografía, de su historia, de la forma de gobierno, de los hábitos y costumbres de los habitantes de la misma y en ella se recoge la leyenda de los atlantes.

Atlas, de él proviene el nombre de las recopilaciones de mapas, fue un joven titán de Zeus. (Un titán en la mitología griega es cada uno de los doce gigantes de fuerza extraordinaria, que quisieron asaltar el cielo).

La historia de la familia parte de Evenor, quien tuvo una hija, Clito, en la época en que Poseidón, era el dueño de la Atlántida cuando se repartió el mundo entre los dioses, el cual al ver a la joven se enamoró perdidamente de ella. La mantuvo cautiva en una montaña circundada por tres anillos de agua. La pareja tuvo 12 hijos. Al mayor, llamado Atlas, le concedió la parte rodeada de los círculos de agua, llamada Atlántico, así como el poder sobre todos sus hermanos, quienes también fueron castigados. Atlas, en concreto, fue condenado por Zeus a cargar sobre sus hombros los pilares que separan la tierra del cielo por querer semejarse a un dios, y desear poseer el mundo visible e invisible, aunque la historia es un poco más compleja. Por supuesto que el ansia de posesión de un territorio también lleva a la destrucción y a la muerte.

Y ya que hablamos de falsificaciones, citaré, por ejemplo, y también porque algo tiene que ver con el caso, a Gerard Mercator, quien, al comienzo de su Atlas de 1602, reseñaba la historia de una cordillera y de un rey y astrólogo africano cuyo deseo era transformarse en montaña para abrazar el cielo. Siempre África en el origen de las leyendas míticas de los atlas.

Por otro lado, fue el psicólogo Paul Ekman quien en 1934 empezó a estudiar el lenguaje no verbal de las microexpresiones, para poder mejorar nuestra comprensión comunicativa, también la naturaleza de nuestras emociones básicas, que son universales, y por supuesto para localizar a los mentirosos que nos rodean. Lo que daría lugar al nacimiento de los atlas de las emociones y es que los gestos nos traicionan.

Resulta que una microexpresión es una expresión facial, voluntaria y automática, que revela el verdadero estado emocional de la persona que la realiza.

Son universales porque se ha demostrado que ciertos genes hacen que se contraigan a la vez determinados músculos de la cara, siguiendo un patrón emocional establecido y se repite en todos los humanos sea cual sea su lugar de nacimiento, el partido en el que milita o su cultura.

Ekman, junto con su hija, por encargo del Dalai Lama, estudió las expresiones en humanos y las emociones que las crean para detectar falsedades, fingimientos, hipocresías, la raíz de toda representación. El proyecto costó la friolera de 750.000 dólares, y de él ha surgido el atlas de las emociones que tienen que ver con cinco continentes imaginarios: odio, miedo, disgusto, tristeza y alegría. Llegaron a la conclusión de que todas las emociones pueden llegar a ser constructivas y sólo siendo conscientes de los que sentimos y cómo actuamos podemos llegar a ajustarlas para que no prevalezca la negatividad. Desde la calma y la consciencia acrecentaremos nuestro bienestar y obtendremos una mejor relación con el mundo que nos rodea.

En estos tiempos que corren, seguro que aparece algún visionario que empieza a elaborar los mapas de los políticos que son verdaderos especialistas primero en representar lo que no sienten, que no es sólo lo completamente inexacto, y segundo en elaborar teorías repletas de palabras y hechos desacertados, falseados y contradictorios, (ahora piensan una cosa y al instante la contraria). Pertenecen a un mismo tipo de categoría con una distribución determinada, proliferan por todo el país y la mayoría se enfrenta por el poder de un determinado territorio.

No hace falta rebuscar mucho, y salvo contadas excepciones, si levantamos una piedra ahí están ellos, poniendo cara de póker, ya saben las microexpresiones los delatan, intentando continuamente asaltar el poder, y cuando los pillan con las manos en la masa, responden a todo no sé, no puedo contestar porque carezco de datos, yo no estaba allí, no reconozco ni mi letra, ni mi firma, y echan balones fuera mientras seguimos contemplando atónitos cómo se amplían los territorios de las cloacas del poder de todo signo y condición. Eso sí, de los miles de millones robados, apenas ninguno devuelve nada. ¿Qué clase de justicia social se practica por aquí?

Y seguimos preguntándonos muchos ciudadanos cada vez que toca ir a votar, ¿a qué presuntos ladrones votaremos para que esto al menos siga funcionando?

Y la respuesta es desalentadora.

Volvamos al inicio. ¡Qué más da! El caso es creer en algo, por ejemplo, en que lo que se representa es algo verdadero, sabiendo por anticipado que la mayoría de las veces, todo se reduce a una hipocresía de dimensiones siderales.

Y es que, aunque quieran disfrazarlo de nuevas ideas, ya estamos saturados y al final lo que prevalece es que, cada día huele mucho más a podrido en esta España nuestra.