Se habla mucho de desinformación como si fuera especialidad exclusiva de los "hackers" rusos, pero hace tiempo que se dedican a desinformar, y a lo grande, los gigantes estadounidenses del sector energético.

La historia se remonta al menos a 1988, cuando por iniciativa del gobierno de Reagan se fundó en EE UU el Panel Internacional sobre el Cambio Climático. Estaba ya muy extendida la opinión de que el calentamiento del planeta se debía sobre todo a la acción humana, lo que animó a los países industrializados a estudiar posibles medidas para reducir los gases de efecto invernadero.

El Gobierno del demócrata Clinton intentó ya en 1993 la aplicación de un impuesto sobre las energías de origen fósil, pero finalmente no pasó nada. Las empresas petroleras y carboníferas se sintieron amenazadas por las posibles medidas de reducción de las emisiones de CO2. En lugar de investigar sobre fuentes más limpias de energía, decidieron contrarrestar las apabullantes pruebas científicas del efecto perverso de las energías fósiles sobre el clima recurriendo a una bien financiada campaña de desinformación.

Lo primero que hicieron fue crear en 1988 su propia organización, la Coalición en torno al Cambio Climático, dedicada a difundir supuestas informaciones que ponían en tela de juicio ese fenómeno. El gigante petrolero Exxon y el American Petroleum Institute elaboraron en 1998 un plan de comunicaciones sobre el clima global destinado a convencer a la comunidad científica y a la opinión pública de las muchas incertidumbres que planeaban sobre las causas del cambio climático. Grupos de estudios ("think tanks") generosamente financiados por la industria petrolera se dedicaron a publicar en los principales medios de comunicación, entre ellos el "New York Times", columnas supuestamente científicas. Con la ayuda inestimable del imperio periodístico de Rupert Murdoch, científicos y columnistas corruptos se volcaron en una eficaz campaña negacionista.

El resultado es que, según el centro de investigaciones Pew, menos del 16% de los votantes republicanos de Estados Unidos creen actualmente que exista unanimidad científica sobre el calentamiento del planeta. Si antes de la caída del muro de Berlín, el comunismo era el blanco preferido de los republicanos, hoy los nuevos "rojos" son los "ecosocialistas", a los que Trump y los suyos acusan de querer poner continuas trabas a la industria energética.

Pero, como señala "Die Zeit", también Rusia está interesada en que se adopten las mínimas medidas restrictivas a nivel internacional. ¡Pobre planeta!