Ay, mi niño!, que dice el Sr. Florián Ferrero que tras la restauración se nos ha quedado más blanco, menos moreno y más delgado.

Y no es de extrañar con las noticias que corren por estas tierras a final de año, cuando nos dan sustos como que nos consolidamos como la provincia con menor tasa de natalidad de España, con 5 niños nacidos por cada mil habitantes, y con la mayor tasa de mortalidad. Que si el Niño que va a nacer como cada año en Navidad no va a tener amigos para jugar, tampoco va a tener abuelos y abuelas que les enseñen los juegos de su infancia que "vuelven a la memoria, vuelven" a partir de una edad hasta que el Sr. Alzheimer manda a parar.

Zamora definitivamente no es país para niños, lo cual nos coloca en una situación más trágica que la de la famosa película de cine negro "No es país para viejos", porque nos muestra un futuro muy, muy negro: de niños y niñas sin escuela, y de abuelos sin comercios en los pueblos para comprar unas chuches o golosinas para los nietos. Y es que las escuelas pasaron a ser comercios/bares cuando desaparecieron los niños, y los bares/comercios pasaron a la nada salvo en el mes de agosto cuando los abren los forasteros.

Aunque pálidos nos hemos quedado los maestros, además del Niño, al conocer que en ciudades menos envejecidas como Málaga y Sevilla, se ha multado a las escuelas por los ruidos de los niños durante los recreos y por botar el balón en los entrenamientos de baloncesto, tras la denuncia de los vecinos de la zona, de oído fino. Esperando está nuestro Niño a ser un poco más grande, allá más cerca de la Semana Santa, para volver a repetir ante los que le quitaban los rapaces de encima cuando decía sus parábolas y sermones: "Dejad que los niños se acerquen a mí".

Y es que las quejas por la presencia de niños cada vez son menos una excepción en esta sociedad envejecida, que presenta denuncias por construir un parque infantil cercano a sus casas, o que en algún bar es capaz de poner un cartel advirtiendo de que los padres "se hagan cargo del comportamiento de sus hijos". Puede que algunos niños, por ser un bien escaso, estén un poco malcriados. Pero quejarse del ruido del recreo, cuando el juego es un elemento básico de la educación de los niños como lo fue de los que ahora somos mayores, es constatar que algo no funciona bien en esta sociedad.

No es de extrañar que ante estas actitudes de "país para viejos", la Junta no sea capaz de sustituir a los pediatras de los Centros de Salud cuando están enfermos, porque se trata de cuatro micos y porque apenas hay médicos que elijan en su formación vía MIR esta especialidad de curar a los más pequeños. Por cierto, una especialidad de las peor retribuidas salarialmente y, visto lo visto, con menos futuro, porque el descenso de la natalidad no sólo se da en Zamora donde somos campeones, sino en toda España.

Y que por más que la Junta aumente la deducción por niño nacido y la Diputación mantenga el cheque bebé, y que hasta pueblos como Mahíde aporten 500 euros por niño nacido, esta provincia se parezca cada vez más al jardín del Gigante Egoísta, donde vivían en un invierno permanente porque faltaban los niños. Y el bar que fue escuela tampoco se abra porque no llega el verano con su fiesta de la Virgen de mediados de agosto.

Menos mal que al menos nacen polluelos en Zamora, como en el Parque Natural do Douro, donde las especies en riesgo de extinción se van recuperando, de manera que las 8 parejas de águila perdicera han criado 7 pollos, y el águila real, la cigüeña negra, y el buitre negro tienen un pollo por pareja al año, por lo que según la Junta se consolidan en el Parque Natural ¡Tal vez debiéramos proteger a los polluelos humanos para que no se extingan en nuestros parques infantiles!

¡Y encima el Niño está más blanco! Aunque según los restauradores la razón es que la cara "estaba llena de micas de barras de labios y de sobeteos producto de los besamanos" desde que la cabeza barroca fue repuesta a mediados del Siglo XVIII.

¡Pues ya está! Si queremos devolver la carita sonrosada al Niño de la Virgen de la Concha, dos siglos y medio de besos con carmín de abuelas? y abuelos, que ya va siendo hora de que se liberen. El cariño de siempre frente a las multas por el ruido de sus juegos, para que renazca la policromía del Niño, y los niños y niñas nazcan tranquilos y confiados en que tienen futuro.

Y dicho con el mismo cariño y de bromas, con los mayores confiando en que tendremos la pensión que nos paguen con su trabajo, con nuestro futuro.