La semana que se esfuma nos ha dejado algunas noticias contradictorias: mientras que, por un lado, el Instituto Nacional de Estadística ha vuelto a amargarnos el turrón diciendo que Zamora ha perdido 1.539 habitantes durante el primer semestre del año y que se consolida como la provincia con la tasa de natalidad más baja de España, sin embargo, por otro lado hemos leído con satisfacción que las obras del AVE hacia Galicia, en la zona de Sanabria, siguen avanzando y es muy probable que en un par de años tengamos la suerte de viajar hacia el noroeste en mucho menos tiempo que en la actualidad, que las obras del nuevo Museo de Semana Santa están encarriladas, que ya disponemos de un nuevo plan de empleo para jóvenes parados en Zamora, que el área social de la Diputación Provincial destinará uno de cada tres euros en 2018 o que muy probablemente la autovía a de Zamora a Portugal entrará en el Plan Extraordinario de Inversión del Ministerio de Fomento.

Noticias que, según como se mire, pueden conducirnos a la euforia más absoluta o al pesimismo habitual que camina con nosotros. Como las que siguen, porque aún hay más: mientras que apicultores de la raya solicitan la Indicación Geográfica Protegida para la miel, que sólo 6 de las 66 personas refugiadas acceden al mercado de trabajo en 18 meses, que la mayoría de la población de la capital no está satisfecha con el Mercado de Abastos o que las ganaderías de distintas explotaciones siguen sufriendo los ataques de lobos, sin embargo, también leemos que Corrales obtiene el primer premio en los galardones del Foro Fuentes Claras con un proyecto medioambiental, que las víctimas de violencia de género tendrán asistencia jurídica gratis, que el Ayuntamiento de la capital impulsará en 2018 los grandes contratos caducados o que la Agrupación Europea de Cooperación Territorial Duero-Douro pondrá en marcha a partir de enero la Red de Empleo de la Frontera que implicará a un alto número de personal cualificado en diferentes especialidades y disciplinas.

Sabemos que el pesimismo y la euforia pueden ser contagiosos. Una persona, un colectivo social o un incluso un territorio, léase municipio, provincia, región o país, pueden caminar más o menos deprisa en función del ánimo y la autoestima de las personas. Por tanto, no esperen que, si alguien está escuchando constantemente lo mal que van las cosas, apoyándose en una catarata de noticias que lee, observa o escucha a través de los medios de comunicación, en la barra del bar o en cualquier otro ámbito de socialización, pueda ver la botella medio llena; al contrario, dirá que la botella está sobre todo medio vacía. Pero si, además de conocer esas "terribles" informaciones, los receptores de las noticias observan que, a pesar de las dificultades detectadas, hay también iniciativas, proyectos y recursos para lanzarse a nuevas aventuras, entonces es muy posible que la botella se vea medio llena antes que medio vacía. Todos los ejemplos han sido tomados de nuestra vida cotidiana. Por tanto, que cada cual saque las lecciones que estime más oportunas.