La despoblación en Zamora, como en toda la región, no cesa y como se siga así se hace difícil prever cual será el futuro de la provincia dentro de unas décadas, no tantas. Porque aquí no viene nadie y de aquí la gente no para de irse. En él primer semestre del año en curso, 1.500 habitantes menos, lo que nos lleva a la pérdida poblacional de unas 3.000 personas anuales de media durante los últimos tiempos, y lo que dejaría el número por bajo de los 177.000 habitantes. Una sangría demográfica que lo mismo se deja sentir en la capital que en los pueblos.

De hecho, es Castilla y León la comunidad que registra una mayor pérdida de población, lo que demuestra el fracaso de los intentos del Gobierno regional por evitar que así suceda. Cierto que siempre ha sido esta una tierra de emigrantes, las dos Castillas, junto con Galicia y Extremadura y Andalucía, tanto hacia zonas industriales y prósperas del país como al extranjero. El cambio que situó a España en la zona mas desarrollada y de aparentes mayores avances económicos no sirvió nunca, sin embargo, para evitar la desigualdad social y la falta de oportunidades. Solo quedaba y queda una solución en especial para los jóvenes: salir, en busca de un trabajo digno. Ni siquiera la migración, tan pródiga en los comienzos del actual siglo, ha servido para compensar la caída de la población pues el estallido de la crisis originó un amplio retorno a sus orígenes. España, sin embargo, sigue creciendo y ya se cuenta con un total de 46,5 millones de habitantes, según el censo. Pero Zamora sigue bajando, en descenso libre y sin paracaídas, pues si hace tres años contaba con 186.000 habitantes, a finales de este 2017 quedará, presumiblemente con 10.000 menos, a falta de los nuevos datos.

Una situación irremediable, por lo que se ve, para la cual los políticos carecen de remedios eficaces por lo que se demuestra y que debe encararse con realismo y rigor. Hay pocos nacimientos, hay mas fallecimientos, no hay apenas trabajo y el poco que se crea, a rachas, no deja de ser temporal y en precario. Así, en estas condiciones, hay que esperar lo que se puede esperar y nada más. En la capital, el Ayuntamiento zamorano, en su linea de austeridad, ofrece un ejemplo al desechar una obra faraónica para el Mercado de Abastos y optar por la reforma y las mejoras suficientes para conseguir un espacio funcional, que resulte útil y eficiente para los industriales y para el público. Ahora solo queda esperar que lleguen de una vez los fondos para hacer realidad un proyecto con el que los empresarios del mercado se muestran de acuerdo con el grupo municipal que gobierna.

Y sin que tenga que ver, aunque la densidad poblacional cuente para todo, llega un informe de la Junta de Castilla y León muy positivo para la provincia, dado que Zamora aparece a la cola de los casos de acoso escolar, una plaga histórica y universal que parece que, aunque lentamente, se va frenando con las medidas adecuadas. Una sola denuncia corroborada, siete con visos de realidad y 44 incidencias de convivencia en los colegios, sin ciberacoso detectado. No hay que bajar la guardia en nada.