Quién dijo que no habría invierno? Que error más garrafal. Como que nos íbamos a quedar durante toda la estación invernal con ese sol, esas temperaturas por encima de los diez grados y esa sensación de estar en una eterna primavera. En lo que en verdad estamos es en alerta amarilla por heladas próximas a siete bajo cero. Para más inri, la niebla ha vuelto a extender su pátina opaca sobre la ciudad y sobre los campos y se ha hecho densa, como tratando de amargar la jornada a los conductores, a los que se atreven a coger el coche y salir, impidiéndoles la correcta visibilidad.

Madre mía, espero que la niebla sea cosa de poco, porque ya conocemos el dicho ese que todos los años se cumple a rajatabla: "Las nieblas de la Concepción, cuarenta días son". Si empezamos a contar cuando esto escribo, seis de diciembre, día de la Constitución, todavía nos quedan otros treinta y nueve por delante. Y eso es demasiado. La luz del sol nos anima a todos, por frío que haga, y la vida de la ciudad cambia. Yo creo que incluso afecta al carácter. Con sol estamos más alegres, más participativos, con niebla como que nos amohinamos.

Llevamos unos días siendo noticia en la información meteorológica de los Telediarios y no para bien si no para dar pena. Hay quien dice que esta situación tiene mucho que ver con el inicio de la campaña en Cataluña. Debe ser una broma, evidentemente. Sin embargo los agoreros inician sus presagios que no son nada halagüeños. Dejemos al tiempo por su lado y a la política por el suyo que, cuántas veces, no es el nuestro, es el de ellos que nada tiene que ver con lo que pensamos o sentimos los que, para muchos de ellos, sólo representamos un voto y nada más, como si fuéramos autómatas y se nos pudiera programar.

Si esta situación, no la política que va para largo, si no la meteorológica, se va a prolongar, hay que pedir a todos el máximo de precaución, sobre todo al volante. A la falta de visibilidad no se le pueden añadir distracciones de ningún tupo y mucho menos de las que emanan de los teléfonos móviles. Tanta atención como pone la autoridad competente y sin embargo, no hay más que fijarse en los semáforos, cada vez hay más conductores, que ni siquiera ponen el manos libres, van directamente con el móvil pegado a la mano, hablando o lo que es peor, enviando mensajes que distraen absolutamente su atención de la calle o de la carretera, dependiendo del lugar por donde vayan. Pocas multas se ponen para las que en realidad habría que poner a estos desaprensivos a los que se advierte en campañas y fuera de ellas y ni puñetero caso.

Y, esto se lo digo a la autoridad competente, malo en un vehículo particular, pero del todo grave en uno de servicio público. Lo que veo con mis ojos no me lo pueden negar. Y no sólo lo veo yo, también se han percatado otras personas que se han echado literalmente las manos a la cabeza. Mal tiempo, falta de visibilidad y móvil son un cóctel explosivo que termina estallando en la cara. Lo malo es que en un accidente, el causante involucra a otras muchas personas.

No sé si este es el tiempo que debe hacer, lo que sí sé es que necesitamos agua, porque de otra manera empezaremos a sufrir cortes en el suministro. De momento, toca abrigarse. Estamos bajo cero.