G randioso, emotivo y sobre todo merecidísimo homenaje, el dispensado dentro de los actos conmemorativos del 120 aniversario de EL CORREO, al zamorano Joaquín Díaz, que nunca ha dejado de serlo aunque su vida haya tenido a Valladolid como principal escenario. Investigador, recopilador e intérprete de prestigio del folklore tradicional, fue reconocido a la vez como intelectual, músico, y artista en vastos ambientes culturales del país, de aquel país de hace 40 años, un cantante de música ancestral y popular que llenaba los teatros durante sus recitales, que no solo seguían entonces los jóvenes, de derecha y de izquierda, sin apenas distinciones, sino personas de todas las edades que se sumergían en aquellas viejas canciones trasmitidas de generación en generación, que aun poblaban sus recuerdos.

Como sucediera el pasado sábado en el Teatro Principal. Fue apoteósico, ante un público entregado, emocionado y agradecido, con el homenajeado rodeado de tantos y tantos artistas, una veintena o más, que quisieron acompañarle con sus actuaciones, todas ligadas de alguna manera a la obra de Joaquín Díaz. Un acto inolvidable. No es, por cierto, la primera vez que el periódico homenajea al gran folclorista de la tierra, pues ya en la década de los noventa fue destacado como zamorano del mes en la sede del diario. Nunca ha dejado de venir por Zamora, como él mismo explicaba, pues siempre se ha sentido vinculado a su origen, aunque su residencia continúe en Urueña, uno de los pueblos más bonitos y mejor cuidados de Valladolid y de España, foco cultural donde Joaquín Díaz tiene un museo con su nombre en el que pueden encontrarse desde las grabaciones musicales tradicionales que recogía en su peregrinar por la región y todas las regiones hasta los más variados instrumentos de otras épocas, pasando por la pintura, los libros y la poesía. Allí se siente feliz, según explica siempre, sin que nunca haya echado mucho de menos aquel tiempo de sus actuaciones en los escenarios. En el teatro de la Feria de Muestras de Valladolid asistí a un concierto de Joaquín Díaz, con sus viejos romances, sus cantigas, sus temas pastoriles y de la tierra, sus coplas de ciego, sus canciones de la guerra civil, y desde entonces no dejé de comprar sus discos, que aun resisten en un viejo baúl junto a otros LP de juventud.

Los artistas participantes en el homenaje llegaron a Zamora desde todas las partes, pues Joaquín Díaz continua siendo un símbolo de la música de siempre. Muchos de los temas que el entonces hizo resurgir con su voz y su guitarra merecieron versiones de otros cantantes y otros grupos, y alguna de sus canciones fueron interpretadas y recordadas en el Principal en noche de gala. Cálidos y fervientes aplausos, como los de antaño, premiaron la música más genuina de la provincia y de la historia, en perfecta comunión de los espectadores con los intérpretes. Y terminó la fiesta con Joaquín Díaz volviendo a cantar, una de sus más populares y conocidas recreaciones folklóricas:"Ya se van los pastores". El público que abarrotaba el teatro, le pidió otra, naturalmente, pero el veterano artista prometió con humor que volvería a cantar dentro de otros 120 años. Un éxito para todos.