Como todos saben o debieran saber, Juan Ignacio Zoido es el nombre del Ministro del Interior. Andaluz, entradito en carnes o de buen año que dirían por mi pueblo, más bien tirando a bajo que a alto si lo comparamos con García Albiol. Pues bien, un tal Jair Domínguez, ha realizado, en un texto que lleva por título "Quiero comerme la papada de Zoido", en clara alusión al ministro del Interior, publicado por la revista Esguard, una descripción pormenorizada de todo lo que haría para cumplir ese objetivo que parece haberse marcado: "Quiero cogerlo y atarlo, tumbarlo sobre una mesa de neurocirujano y estacarle la cabeza para que no se mueva un milímetro" procediendo a continuación "a cortar con un cuter la papada en redondo", lo que realizaría "con cuidado para no profundizar demasiado y seccionarle una arteria importante", porque lo que le interesa es "la papada". Vomitivo total. Asqueroso e indigno.

Este Hannibal Lecter catalán que colabora con el programa de TV3 "Está passant", se ha pasado de una forma asquerosa con un ministro del Gobierno de España. Un ministro, precisamente el de Interior, que debe empezar a poner coto a lo que no es libertad de expresión. Y lo escrito por este impresentable no lo es. Cuando dejan a Policía Nacional y Guardia Civil, la cogen con Rajoy y su Gobierno y cuando se cansan de estos arremeten contra el PP y cuando ya se quedan sin argumentos, contra la España que les roba y los españoles que tanto asco le damos a Pilar Rahola. Como si ella fuera de Marte. Bueno, un poco marciana sí que es.

Si eso se le ocurre decirlo a un habitante de este lado de la linde, con respecto a los gordos nacionalistas y sediciosos catalanes como Oriol Junqueras, también de buena papada, Joan Tardá o Rufián que va camino de tenerla, nos denuncian ante el tribunal de La Haya. Pero es que de este lado de la linde no empleamos el cuter para cortar papadas en redondo, ni deseamos el mal ni siquiera a Puigdemont que bastante tiene con su paranoia. Lo que queremos es que se vaya a la cárcel, que es otra cosa.

De este lado de la linde, no colgamos de un puente muñecos boca abajo, como han hecho cerca de la localidad de Malla, con carteles en el pecho de PP, PSC y Ciudadanos. Las salvajadas las protagonizan ellos, que quisieron vender al mundo la violencia policial que nunca existió. Se lo tenían bien montado y casi les sale redonda la jugada. Sólo que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.