Del recibo de la luz, se sobreentiende. En lugar de una vez al año, tal y como hacen las aseguradoras en materia de decesos, y de todo lo demás, la luz sube un mes sí y al siguiente también. Las Eléctricas nos están complicando mucho el bolsillo y la vida. El Gobierno debe estar al quite, por nuestro bien y por nuestro bolsillo. Hay que hacer algo para bajar los humos que se gastan las distintas compañías de la luz, unas más que otras. Concretamente las que están en situación de poder merced a la facturación.

Sólo faltaba la meteorología aliándose con las Compañías Eléctricas. Lo ha hecho o le falta poco para hacerlo hasta el punto de que la contumaz sequía que padecemos, sólo rota por cuatro gotas mal caídas, sobre todo por estos lares zamoranos, no ha hecho otra cosa que recortar sensiblemente la producción hidroeléctrica. El encarecimiento del gas natural y el carbón, cuyo futuro está en entredicho, han avivado el temor a una subida de los precios de la luz este invierno.

Las Eléctricas se agarran a cualquier cosa para justificar esos subidones que alimentan la cuenta de resultados y dan tanta alegría a los inversores. Ante esa posibilidad, el Ministerio de Energía ha optado por congelar, por cuarto año consecutivo, la parte regulada de la tarifa eléctrica, que supone en torno al 60% del recibo de la luz. Menos es nada.

A la escasez de agua hay que sumar la escasez de viento, con lo cual las energías alternativas se quedan bastante tocadas. Si volvemos a padecer una ola de frío como la de comienzos de año ya podemos atarnos los machos, porque los precios de la electricidad en el mercado mayorista alcanzarán otra vez niveles insoportables. Eso tiene su impacto en la factura. ¡Y de qué forma!

Hay que buscar soluciones para evitar que los españoles nos empobrezcamos más. La macroeconomía funcionará todo lo bien que el Gobierno quiera decirnos. Pero la microeconomía, la que afecta a nuestros bolsillos, no termina de asentarse para librarnos de los apuros a fin de mes y de las estrecheces que conlleva ese cinturón que seguimos apretándonos. O las reservas hidráulicas suben o lo llevamos crudo. La factura de la luz se nos complica como se nos complica la de Telefónica.

Sólo nos faltaba la sequía, de verdad, para complicarnos la existencia. Y la salud. Porque si no llueve en condiciones estamos más expuestos a contraer más males. El ministro de energía, señor Nadal, podría apuntarse varios tantos, el Gobierno los necesita, evitando el ascenso al que la sequía puede abocar al recibo de la luz. Un disparate para el consumidor, una bendición para las Compañías que van tan a gusto en la burra.