La americanización no ya de España sino de Europa y del mundo, es incuestionable y va a más, lo que en muchos aspectos, sobre todo en el económico pero también incluso en el sentimental, marcado por el costumbrismo, no es mala cosa. Se empezó por estos lares no hace tanto, con la celebración de la noche de Halloween, algo que se impuso de modo rápido y con gran aceptación tanto por parte de chicos como de grandes. Luego le siguió el black friday, que nada tiene que ver con la superstición del viernes negro sino con el consumo, la fiesta que abre el derroche de las tradiciones navideñas, y que ya es una celebración universal que cada año se hace más larga y ancha, pues la apoteosis de las rebajas no solo se limita a esa fecha concreta sino que se extiende durante toda esa semana, o más en algunos casos. Son, constituyen ya, unos hitos aceptados en todas las partes y en todos los calendarios.

A la que se va a añadir no tardando, ya se verá, el día de acción de gracias, esa cena del cuarto jueves de noviembre con la que se inicia una especie de burbuja familiar y entrañable que culminará con el fin del ciclo de Navidad, pues a partir de la primera o segunda semana de diciembre las calles y los arboles se iluminarán para dar color a las conmemoraciones que llegan. Ya desde hace algunos años, en Madrid,Barcelona y otras grandes ciudades que se sepa, numerosos restaurantes rivalizan en ofrecer el típico menú de esa singular festividad, el gran pavo asado, una reunión de la que suelen disfrutar no solo los estadounidenses residentes en España sino numerosos españoles que se unen a una conmemoración que es, al fin y al cabo, como un respiro dentro del materialismo feroz de la época.

Lo que más llama la atención, volviendo a ese día mundial de las rebajas que acaba de pasar, que mucha gente espera con ansia, y en la que participa casi todo el comercio, desde las grandes empresas a través de internet al pequeño comercio local, es el éxito que supone, más o menos, para todos, según las cifras y datos que se manejan. Es indudable que la venta a través de la red se lleve la palma en cuanto a número y montante de operaciones, pero también los establecimientos de cercanía cobran su parte del pastel y compiten con los grandes. Juegan sus bazas, porque hay cosas, además, que aunque la gente haya asumido ya las compras por vía electrónica, es mejor adquirirlas in situ, por ejemplo, la ropa, el calzado, y otras más, por lo personales que resultan. Así, se gusta de verlo, tocarlo, apreciarlo, probárselo, algo que no puede hacerse a distancia. Y de todos modos, como en cualquier tiempo de rebajas - julio, enero?- tampoco es oro todo lo que reluce. Pero se percibe más cuando llega el envío, que puede devolverse, sí, pero que no deja de suponer una incomodidad, aparte de una decepción.

El pórtico de las celebraciones de diciembre ha quedado abierto a finales de noviembre, con una pausa de un par de semanas por lo que a España respecta, y con ese gran puente de la Constitución y de la Purísima que desembocará ya en las navidades y toda su parafernalia, desde las comidas de empresas a las cenas de nochebuena, pasando por la lotería y los regalos, muchos ya comprados estos días.