La ciudad tan acogedora para casi todo el mundo, no había tenido en cuenta a los niños que van al parque y se quedan mirando a otros que se columpian agarrados firmemente con sus brazos y manos y se dan impulso con el movimiento coordinado de sus piernas. Columpiando sonrisas. Si su mamá o su papá no pesan mucho o si tienen hermanos con fuerza suficiente para sujetarlos, algunos habían podido columpiar su sonrisa en brazos de los que les ayudan a balancearse, sujetándoles esa cabeza que también se empeña en balancearse sola adelante y atrás y hacia los lados. Columpiando sonrisas que llegan hasta la carcajada porque son niños como todos llenos de alegría y con ella son capaces de hacer olvidar la injusticia de que no puedan hacerlo solos. Niños y familias enteras que columpiaban el sueño de balancearse libremente, tumbados porque no pueden sujetarse, pero sin miedo a caerse aunque no estén en brazos. Hasta que un día apareció el primer columpio adaptado en algunos parques de la ciudad y, ¡oh sorpresa!, era utilizado por todos, también por los que corren de un juego a otro borrando la sonrisa plácida de su padres por el temor de donde puedan llegar con sus piernas sanas y fuertes. Aunque para fuerza, la de la risa "que me hace libre, me pone alas" de los niños que sonríen por primera vez sin miedo a caerse en un columpio que está en el parque como otros, y que es utilizado por los demás niños que también por primera vez se les acercan para preguntar si está libre o si les dejan columpiarse un rato.

Un día leí en este periódico que los vecinos de un pueblo abrían un bar social o un bar comunal autogestionado por ellos mismos.

Los vecinos de Fornillos de Fermoselle se enfrentaban en agosto, cuando el pueblo se llena de veraneantes, a afrontar un verano y unas fiestas sin bar. La jubilación del último tabernero "agotado físicamente" y el cierre desde hace años del consultorio médico, fueron utilizados por los vecinos para mantener abierto el chiringuito donde encontrarse y hablar de los humano y lo divino, incluyendo el asunto de las administraciones responsables de que los pueblos estén abandonados y vayan a menos. La prestación personal que antes se hacía en las obras, la inauguración con tortilla y embutidos, y el todo a un euro de la mayoría de las consumiciones, han hecho el resto: un bar social. O un bar comunal, como han abierto en Peleas de Abajo, al que pertenecen todos los vecinos pagando un euro de cuota, y que con el nombre de "Estrella Ibérica se abre todos los días, los clientes se sirven su consumición y pagan lo que consideran voluntariamente en el bote comunal. Se trata de un bar municipal que antes gestionaba una familia de cubanos que también se fueron.

Todos los días veo el escaparate de la librería de mi barrio que se renueva continuamente.

Con los últimos "best seller", los mejores cuentos para niños, los clásicos de la literatura y los materiales escolares cuando llega la época. Todo un lujo para el barrio y todo un ejemplo de resistencia para mantener un comercio especializado de libros en la época de los i pad, i phone, ebook y otros artilugios para leer. Y en un barrio donde la crisis se ha cebado con los jóvenes, y con los pensionistas que siguen manteniendo familias enteras, y los libros no se comen. Y puedo decir lo mismo de comercios como carnicerías, pescaderías y fruterías que en el mismo están abiertos pese a la dura competencia con las medianas y grandes superficies de la alimentación, que eso sí es de comer. O con las multinacionales de la ropa y calzado, manteniendo también un atractivo escaparate a la última moda, para personas de todas las edades y tallas. Dando la talla todos los pequeños comercios, también de muebles o de fotocopias, óptica, mercería, farmacias y estancos -con concesión administrativa- o arriesgados empresarios que han abierto no hace tanto una ferretería.

Una buena política municipal será gestionar pública y socialmente los servicios en los pueblos; apoyar a los pequeños comercios y negocios de todos los barrios; incluir a todas las personas en la vida cotidiana de la ciudad, del barrio, del pueblo.

Sabed que alguien ha hecho desaparecer un columpio adaptado, borrado la sonrisa de los niños. ¡Y eso no lo entiendo!, porque: "niégame el pan, el aire, la luz, la primavera, / pero tu risa nunca, porque me moriría".