Que la injerencia rusa a través del ciberespacio preocupa no solo en España, donde las huellas de su presencia han sido detectadas claramente en los momentos más agudos de la crisis de Cataluña, sino en toda Europa y en el mundo, lo demuestra que los ministros de Exteriores de la UE acaban de tratar el asunto, que tiene su importancia y gravedad, adaptando medidas al respecto ante la reincidencia contumaz de estos ataques que se prodigan a través de las redes sociales. Los países miembros han aprobado al respecto un pacto de solidaridad para repeler estas intrusiones, incluso por la fuerza militar si así se hiciera necesario en una determinada situación.

Ahora, ha sido y está siendo España, con el respaldo al pretendido intento secesionista catalán a base de mensajes sesgados, falsas noticias y rumores. Pero antes ha ocurrido en otros países europeos, y lo mismo en Estados Unidos, donde tanto se ha discutido y se discute aun que si Trump llegó a la presidencia en contra de las expectativas pudo ser debido a la actuación de hackers rusos que infectaron el espacio informático haciendo campaña en favor de los republicanos y filtrando los comprometedores telegramas que vinculaban a la candidata Clinton con el capitalismo de Wall Street. La cosa, a día de hoy, sigue sin estar clara pero los vínculos existen.

¿Que podía buscar Rusia en el independentismo de Cataluña? Esa es la cuestión, que se presta a interpretaciones diversas. Pero que los mensajes de los trolls procedían de servidores ubicados en aquel lejano país no cabe la menor duda, porque así está confirmado por los servicios de seguridad del Centro de Inteligencia, y también por el Gobierno que ha llegado a cifrar en un 80 por ciento los correos detectados referentes a lo que en Cataluña sucede. Eso sí, se reconoce sin nombrar en ningún caso a Putin, rehuyendo cualquier posibilidad de un conflicto internacional, dado que los rusos han negado oficialmente cualquier participación en los hechos.

No se puede obviar que España y Rusia mantienen desde hace muchos años unas prósperas relaciones comerciales que precisamente se encuentran en un punto de partida para ir a más, ni se puede olvidar tampoco que las inversiones rusas en España pueden superar los 5.000 millones de euros, datos que son para tener en cuenta. Aunque parece que se confirma la existencia de alguna división rusa de trolls dirigidos que sin que nadie les llame meten sus narices aquí y en cualquier otro sitio, se especula con que tratando de sembrar cizaña y discordia que tendrían como objetivo principal la desestabilización de la democracia y de las instituciones.

Hay quien ve lo de Cataluña y los rusos como un intento de punta de lanza comunista en Occidente, pues aunque el partido de Putin se maneje como conservador, centrista y neoliberal, como el PP, vamos, el presidente de Rusia sigue arrastrando un pasado como agente de la tristemente famosa KGB soviética. No parece probable, pero resulta inquietante.