Granada, viernes noche. Regreso al hotel tras un paseo nocturno por la ciudad que me ha acogido durante los días de celebración de la Conferencia Académica de Sociología de España. Intercambio unas breves palabras con el recepcionista para saber si la estación del tren que al día siguiente tengo que pisar está cerca del hotel. Me dice que sí, que apenas nos separan cinco minutos. Aprovecho para comentarle los problemas para acceder a la capital granadina por tren y su respuesta es contundente: toda la culpa es de los políticos. Y añade: "¿usted no será un político, verdad?". Le digo que no, aunque a renglón seguido le comento que todos somos políticos, incluidos él y yo.

El recepcionista me miró con ojos de sorpresa. Imagino que no esperaba escuchar esa respuesta, incluyéndolo dentro de esa categoría que tan poca buena prensa tiene en la actualidad; sin embargo, si supuestamente los políticos dedican su tiempo a conocer y resolver los problemas de los ciudadanos, entonces él y yo también éramos políticos, porque cualquier problema o circunstancia que pudiera afectar a los ciudadanos no debería sernos ajena. Es el mismo argumento que suelo emplear en mis clases con los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales, en la Universidad de Salamanca, o con las personas mayores en el programa de la Universidad de la Experiencia, que todos, absolutamente todos, somos políticos.

Lo anterior venía a cuento por el retraso de la llegada del AVE a Granada. Viajar desde Madrid o, como ha sido mi caso, desde Zamora hasta la hermosa ciudad andaluza supone una odisea, pues debes parar en Antequera o Málaga y desde estas dos ciudades coger un bus que te deja en el punto de destino. Y de regreso, ídem. Que el AVE no haya llegado antes a Granada sería, tal y como apuntaba el recepcionista del hotel, culpa de los políticos, que, decía él, solo miran por sus intereses. La responsabilidad, sin embargo, de lo que hacen o dejan de hacer no es solamente de ellos. También los ciudadanos, es decir, usted y yo, tenemos muchos que hacer y decir en todos los asuntos de la vida cotidiana. Por eso la política, en su sentido más noble, es tan importante en nuestras vidas.