Una heroína de los tiempos del Descubrimiento de América; Inés de Suarez fue una conquistadora y militar española que participó en la conquista de Chile , había nacido en Plasencia (Cáceres) en el año 1507.

Cuando partió la expedición a Chile, capitaneada por Pedro de Valdivia, Inés se enroló en el grupo siendo la primera mujer que pisaba dicho territorio, además participó en la fundación de la que entonces se llamó "Santiago de Nueva Extremadura" y ella fue figura clave en la defensa de la ciudad durante un asedio mapuche, en 1541.

En 1526, a la edad de 19 años , conoció a quien sería su primer esposo, Juan de Málaga, cuyo matrimonio se llevó a cabo con la influencia de su abuelo. De este matrimonio no nacieron hijos ya que Inés era estéril.

Un año después, Juan, su marido, se embarcó con rumbo a Panamá. Después de esperarlo algún tiempo,. sin tener noticias de él, en 1537 Inés consiguió licencia del rey y se embarcó hacia las Indias en busca de su marido. Cuando contaba con algo menos de treinta años de edad, llegó a América donde tuvo información de la muerte de su marido en la "Batalla de las Salinas". Como compensación por ser la viuda de un soldado español, le fue entregada una pequeña parcela de tierra en Cuzco donde se instaló.

En Cuzco conoció a Pedro de Valdivia, maestre de campo de Francisco Pizarro, recién vuelto de la Batalla de las Salinas y cuya encomienda era colindante a la suya. Entre ambos se forjó una estrecha relación que les llevó a convertirse en amantes. A finales de 1539, marchó junto a Pedro de Valdivia en su expedición a las tierras de Chile, cuya compañía fue autorizada por Francisco Pizarro mediante carta que aceptaba que la mujer le asistiese como asistente doméstico. En el viaje Inés prestó diversos servicios a la expedición por los que los compañeros la consideraron como una mujer de extraordinario arrojo y lealtad, discreta, sensata y bondadosa acreedora de una gran estima.

El 9 de septiembre de 1541 marchó Valdivia a sofocar una rebelión de indígenas cerca de Cachapoal, mientras que en los bosque periféricos al asentamiento se concentraban indígenas hostiles. Sus compañeros preguntaron a Inés si liberando a los siete caciques que tenían prisioneros tendría señal de paz, pero Inés consideró una mala idea, y pensó que en caso de ataque, los líderes serían un buen rehén para pactar una tregua.

Salieron jinetes españoles a enfrentarse a los indígenas que constituían un número muy superior, pues eran cerca de 20.000. Durante el ataque la labor de Inés había consistido en atender a los heridos, además de llevar agua y víveres a los combatientes. Pero su papel decisivo fue cuando ella, personalmente, decapitó a los rehenes y arrojo las cabezas a los atacantes. Salió a la plaza y enalteciendo los ánimos de los soldados, avivó el coraje de los españoles y estos aprovecharon el desorden y la confusión que se produjo entre los indígenas al ver las cabezas decapitadas de sus caciques, que se pusieron en fuga.

Doña Inés murió alrededor del año 1580 en Santiago de Chile.