No andaban nada bien las relaciones entre el joven Felipe y su suegro el Rey Católico. En la primavera del año 1506 desembarcaban en La Coruña doña Juana y su esposo don Felipe. Estos expresaron sus deseos de entrevistarse con el monarca don Fernando y enviaron emisarios para concertar la entrevista en la alquería "El Remesal" de Sanabria.

El Conde de Benavente dispuso en Puebla de Sanabria grandes fiestas para que holgaran los recién llegados. Don Fernando hizo alto en la aldea de Asturianos y esa misma tarde celebraron la conferencia; seguidamente, don Fernando retornó a Asturianos y don Felipe a Puebla de Sanabria.

En la etapa siguiente, don Felipe escribió al monarca que siendo su intención pasar a Benavente no interfiriese en su camino, con lo que don Fernando hubo de marchar a Villafáfila, dejando libre la estancia del flamenco en Benavente, donde se celebraron suntuosas fiestas , y allí se celebraron Cortes en las que don Felipe hizo declaración oficial de que su esposa doña Juana se encontraba demente.

En Benavente Juana se dedicó a recorrer los jardines del Conde, famosos por su colección de animales. Cuando hubo visto los pavos reales, Juana se alejó a la carrera hasta llegar a la casa de una mujer, de oficio tahonera y allí se refugió resistiéndose a salir a pesar de las súplicas de su esposo, quedando la casa rodeada de los soldados alemanes de don Felipe.

En la Concordia de Villafáfila se reconocía la incapacidad de doña Juana para reinar y debido a su supuesta enajenación mental, Felipe El Hermoso quedaba como único rey de Castilla y León, mientras que Fernando El Católico se retiraba a sus reinos de Aragón.

La vigencia de aquel acuerdo fue breve, pues los acontecimientos hicieron que al fallecer don Felipe, a los 28 años, el 25 de septiembre de 1506, cuya muerte fue totalmente fortuita, Don Fernando volvería a asumir el gobierno de Castilla como Regente de su hija Juana.

Unos día antes, a comienzos de aquel mes de septiembre, el soberano don Felipe había marchado con toda la Corte a Burgos, y hallándose en esta ciudad, el día 16, después de comer quiso jugar un partido de pelota con un capitán vizcaíno de su guardia. Durante el juego bebió un jarro de agua fría y poco después comenzó a sentirse mal y en pocos días enfermó gravemente sin que los mejores médicos del reino pudieran hacer nada para salvarlo.