Hay quien critica los anglicismos que ha adoptado el feminismo para definir situaciones sociales, tales como las palabras "género" - que en español solo es un asunto gramatical o literario - o "empoderar", que la Real Academia de la Lengua ha admitido a regañadientes de algunos miembros y define como "hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido".

Sin embargo empoderar ha sido precisamente el verbo que me ha venido a la cabeza cuando he visto el cartel de la Semana Santa del próximo año. Seguramente no es el primer cartel con una imagen de mujer, aunque es evidente que son mucho más numerosas las imágenes de hombres en los pasos. Pero este año es la imagen de una mujer que parece tan normal como que fue pecadora en su vida; tan mujer que no se rinde y da la cara hasta el final luchando; tanto, que no duda en mostrar sus sentimientos llorando o despeinándose.

Tal es así que, si no fuera por la cruz y sus mensajes, podría referirse el cartel al dolor profundo de cualquier mujer que sufre por la pérdida de alguien querido o por una situación grave de la vida. Una mujer cualquiera que, frente a los sentimientos reprimidos de los hombres de la Semana Santa que como todos "los hombres no lloran", no se avergüenza de mostrar su dolor en público. Eso sí, lo hace en el retorno del sepulcro, cuando ya cree que no hay nada que hacer y puede derrumbarse porque piensa que luchar no sirve de nada.

Creo que hay un empoderamiento de la mujer en el cartel de la Semana Santa no sólo porque sea una imagen de mujer -algunos carteles más han representado a la Virgen, las tres Marías o a la Verónica - sino porque es una mujer profundamente humana que, mostrando su dolor como lo hacemos todas las personas, humaniza a esa Semana Santa de contención de los sentimientos: de resignación, aceptación, sublimación y serenidad propias de seres de otro mundo como divinidades o creyentes en las mismas, o simplemente de hombres que no lloran. Muestra la desesperación, el agotamiento, la desolación, el desconsuelo, el llanto? una visión que feminiza -para quien no le guste empoderar- la Semana Santa.

Para evitar las críticas de quienes entiendan lo dicho como una visión puramente feminista, que lo soy, aclaro a quien no lo sepa que el autor es un hombre. Porque hombres como Anselmo Esteban también pueden feminizar el mundo.

El empoderamiento de la mujer en la Semana Santa empezó mucho antes que la utilización de este término, con las pioneras que desfilaron como cofrades en procesiones de hombres, y culminó a efectos de poder con la elección de la Presidenta actual, Isabel García Prieto, que también habrá tenido su papel en la elección del cartel como quizás también la Concejala de Cultura, nuestra Maria Eugenia Cabezas.

Aunque no es el único sector de hombres en el que la mujer se va empoderando en Zamora: el mismo día en que el periódico mostraba el cartel de Semana Santa con Isabel y Maru, en las páginas deportivas, otra mujer, Didia Liedo, Presidenta del Zamora C.F de fútbol, presentaba la nueva equipación y aparecía, ella también feminizando el deporte rey con una actitud femenina de cuidado "colocando las camisetas de los jugadores" -según dice el pie de foto- estirando las camisetas de los fornidos deportistas.

Pero hay más empoderamiento aún en esa edición del periódico, en el que otra mujer, Ibone Olza, defendía en una entrevista "el poder del parto", como el parto respetado donde la mujer puede decidir.

Y todo esto pese a que a final del año las mujeres trabajan gratis desde el 8 de noviembre hasta nochevieja, ya que según Eurostat en España cobran cerca de un 15% menos que los hombres por hacer un trabajo similar, y pese a que dedican el doble de tiempo que éstos al trabajo de casa y del cuidado.

Hasta en la tradicional Zamora y la más tradicional Semana Santa se va feminizando la sociedad. Y el cartel de este año, probablemente sin querer, muestra a una mujer normal, como todas, que parece derrotada pero va a seguir empoderándose también sin darse cuenta.