A comienzos del pasado verano el escritor zamorano David Refoyo sacaba a la luz una nueva incursión literaria de la mano de la prestigiosa editorial La Bella Varsovia. En un deliberado guiño a nuestro poeta más universal -con permiso de León Felipe-, el volumen respira y exhala Claudio Rodríguez por muchos de sus poros. No sólo en el título, "Donde la ebriedad", casi trasunto de aquel "Don de la ebriedad" claudiano de 1953. Ni siquiera en virtud de la ilustración de portada, con un montaje fotográfico a medio camino entre el rostro del poeta de la generación del 50 y del propio autor con 'chupa' de cuero. Sino también por la constante presencia de versos de Rodríguez a lo largo de las páginas de este poemario, casi a modo de semillas repartidas a boleo -quizá no tanto- a partir de las que Refoyo ha construido su mensaje poético. Puntos de arranque tal vez o hitos, más bien, sobre los que desarrollar un discurso tan distante y distinto, y a la vez tan deudor del poeta consagrado.

En esta obra de Refoyo hay Meseta, con mayúscula, en su iconalidad universal que traspasa espacios locales; aunque también hay lugares inmediatos y claramente reconocidos por el lector de nuestras latitudes. Pero hay también mucho Estados Unidos, probablemente concebido como su particular forma de denominar y entender esta Meseta. Rebosan geografías físicas y sobre todo culturales del subcontinente americano, desconocidas fácticamente por el autor -que aún no ha viajado a aquel país- pero del que se ha empapado en sus lecturas, ha adquirido de sus películas e interiorizado de sus bandas de rock. Y ello en una búsqueda deliberada de ese juego referencial con el contexto cultural norteamericano, según me confesaba. "Donde la ebriedad" abunda también en los referentes del cine, la música, la poesía, la televisión europeos, y no por oposición a la yanqui, sino precisamente como compañera de ésta formalizando el paradigma cultural occidental. Existen en el poemario elementos de la cultura Pop, la generación Beat, del mundo de la publicidad, de la civilización digital 4.0, de la obsesión por la seguridad, la problemática contemporánea? Incuso el nivel de experimentación poética llega a expresar este conjunto hasta la combinación de tipografías y códigos informáticos, principalmente en el primer libro, ´125 centímetros cúbicos de mapa'. El segundo libro en su particularidad, 'Tríptico de la disolución', y los dos siguientes (últimos) deambulan por una apuesta formal mucho más convencional. Como lector, en éstos percibo una mayor emergencia de Claudio, quizá menos desdibujado por otros recursos formales.

Desde luego con "Donde la ebriedad" se aprende mucho, y resulta necesario incluso tener a mano un buscador de Internet para poder poner cara y situar en el panorama cultural a muchos de los personajes mencionados. Hasta que, sin preverlo, el libro regala al final una página de 'Reparto' a modo de créditos cinematográficos para ofrecer al lector el elenco de artistas invitados. Con algún guiño de carácter religioso incluso, el poemario no obstante parece traslucir una sociedad sin demasiados asideros, descreída, vacía de todo sentido, quebrantadora del pasado y posmoderna. Pero en la que los versos de Claudio Rodríguez insertos entre los del autor quisieran ofrecer algún tipo de salvación.

Refoyo apunta buenas maneras y su obra, fresca, parece querer anhelar poco a poco aguas más tranquilas de, quizá, menor experimentación poética. El recorrido de este mismo poemario parece sugerirlo. "Donde la ebriedad", un poemario vibrante con un título pretendidamente novedoso, pero que realmente no es tal. Por mera casualidad. Allá por 1967 Luis López Anglada publicó el volumen "Caminos de la poesía española. (Poetas castellanos de hoy)" en Ediciones Mundo del Trabajo. El autor dedicó un capítulo a 'Los Nuevos caminos de la poesía', refiriendo entre lo que denomina Poesía cotidiana a Claudio Rodríguez. Un autor zamorano que "con su libro 'Donde la ebriedad' (sic.) obtuvo el premio Adonáis en 1953". Ojalá Refoyo siga la senda. Está extraordinariamente en ello.