En Belver de los Montes, localidad distante 40 kilómetros de la capital zamorana, reinando Fernando I se fundó en el año 1042 el Monasterio de San Salvador de Villacete, cuyo cenobio cisterciense tenía algunos vestigios mudéjares. A partir del siglo XII se unía al monasterio la iglesia que en la actualidad ha sido restaurada y adaptada para convertirla en Ayuntamiento. De las construcciones anteriores pueden observarse los restos del claustro y las naves.

En tiempos de Fernando I , la ciudad de Zamora se reconstruía por considerar el monarca que era uno de los principales baluartes para la defensa de las fronteras del reino de León. Llamó el Rey a nuevos pobladores, en favor de los que firmó un fuero especial en el año de 1062.

Repartió tierras y solares entre los caballeros y soldados leoneses, castellanos, gallegos y asturianos; acudió mucha gente al aprovechamiento de los campos yermos, contándose buen número de operarios de todas artes y oficios entre judíos y mudéjares, que inmediatamente construyeron muros con torres y almenas fuertes como los que hubo antes, iglesias, casas señoriales, plazas y mercados, logrando que Zamora fuera una de las más hermosas y más fuertes ciudades del reino.

Fernando I, muy complacido de su aspecto y comodidad, fijó aquí su ordinaria residencia y cuartel general, organizando expediciones de conquista hasta Alcalá de Henares y aún a Valencia, logrando importantes victorias, haciendo tributarios a los moros vencidos y volviendo a Zamora con muchos botines. Dio a esta ciudad fueros y privilegios, con las antiguas leyes de los godos, aumentándolas con muestras de predilección, que no conocemos en detalle por haberse perdido el Fuero que parece estuvo en alguno de los monasterios exclaustrados con lo que habría desaparecido para siempre.

Entre los nuevos pobladores que llegaron a Zamora, vino gente de Palencia conduciendo una Sagrada Imagen de la Virgen María, que poco antes, en una cacería del rey Sancho el Mayor, el año de 1032 había descubierto en la cueva y sepulcro de San Antolín, cuya aparición consideraban milagrosa y por la que tenían una gran veneración. Aquella Nuestra Señora de San Antolín es nuestra actual Virgen de la Concha que los zamoranos tenemos por Patrona y llevamos en romería hasta La Hiniesta, cada año, el Lunes de Pentecostés.

Se supone que en los tiempos de la repoblación llevada a cabo por el rey Fernando, acudiesen también trabajadores extranjeros a Zamora y por ello la existencia de una calle denominada "Rúa de los Francos". Su fuero, que aún se conserva el original en Toledo, era muy privilegiado, de ahí que nacieran las voces franquear, franco, franquicia, franqueza, etc.

Todo indica que el Rey nombró Gobernador o Conde de Zamora al noble caballero Arias Gonzalo que tanta estima real alcanzó, hasta el punto de tener a su cargo la educación de las Infantas, al tiempo que criaba también a Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid), que fue armado caballero en la capilla de Santiago el Viejo.

Pero aquí se inicia un importante periodo de la historia de Zamora que merece otra crónica aparte.