Si el Gobierno una vez aplicado el artículo 155 de la Constitución se las prometía un tanto optimista de cara a las elecciones autonómicas catalanas del mes próximo dado el tenue reflejo que las protestas tuvieron en la calle durante la primera semana, todo lo ocurrido durante la semana pasada, con la entrada en prisión del Govern en pleno y la orden internacional de búsqueda y captura contra Puigdemont y los ex consellers huidos a Bruselas, ha sembrado honda inquietud y preocupación en el PP, en el PSOE y en C´s. Todos ellos hubieran preferido, en el fondo, que la juez Lamela no hubiese encarcelado por ahora a los cabecillas de la sedición, para no revolver el cotarro, pero la magistrada ha actuado con un impecable sentido de la justicia habiendo conseguido la gratitud de una inmensa mayoría de españoles que quería ver entre rejas a los líderes golpistas.

Para estos próximos días se anuncian grandes concentraciones y huelgas en Cataluña mientras los partidos independentistas barajan estrategias de cara a los comicios de diciembre, basadas ahora especialmente en volver a presentarse juntos al veredicto de las urnas, sea cual sea entonces la situación penal y personal de Puigdemont, Junqueras, Forcadell, y los demás. Aunque ganaron con cierta holgura hace un par de años y aunque las circunstancias actuales parezcan favorecerles, intentan unir lo que la cobarde actitud del ex presidente había roto antes y después, desde su disposición a disolver el Parlament y convocar las elecciones que exigía el Gobierno de la nación, a su vergonzante fuga a Bélgica de donde volverá esposado si se concede la extradición. Presentarse juntos el 21D supondrá obtener más escaños, que es lo que les interesa. Saben que los partidos constitucionalistas no necesitan para ganar muchos más votos, unos 300.000 de los obtenidos en 2015, y que esta presunta igualdad puede romperse acudiendo los separatistas todos juntos en una lista única en unión y compañía.

En este caso sería con el preso Junqueras encabezando la coalición electoral. Porque ya se sabe que mientras no haya condena firme de la justicia pueden ser candidatos, aun en la cárcel. Los de Ezquerra rechazan de plano que el ridículo Puigdemont, que el domingo se entregó en Bruselas quedando luego en libertad controlada hasta que un juez decida sobre su devolución a España, sea el candidato número uno y además ponen como condición ir unidos todos los independentistas, con la CUP y Podem incluidos. La preocupación se extiende, pues, a todos los ámbitos, no solo al Gobierno, y por supuesto al país y a todos los españoles. El tiempo que resta hasta las elecciones en aquella región va a resultar muy movido y muy tenso. Por eso, precisamente, quiso Rajoy en principio dejar enfriar la situación alargando la intervención a seis meses y evitando ir a las urnas en caliente, con el caldo de cultivo del secesionismo rebullendo. Parece que la presión de PSOE y C´s le obligaron a cambiar lo dispuesto, un error que se pagaría con la vuelta del soberanismo y del 155, por tanto. A no ser que se reaccione masivamente por parte de esos catalanes que se sienten españoles y que son millones.