La revolución rusa de hace un siglo fue hija de la clase obrera, aunque los obreros industriales estuvieran sobre todo en Inglaterra. La clase obrera protagoniza el siglo XX: impulsa la revolución que sería por décadas la buena nueva en todo el orbe, provoca la reacción brutal de los fascismos y es la fuerza que impone al capital un pacto llamado socialdemocracia y Estado del bienestar. Pero la ruptura con el orden se produce también en las artes, las letras y la cultura en general. Luego en los años 60-70 hay un recuelo tardío y algo melancólico, un retumbo, una tormenta seca en el sistema de valores (el intangible de aquella "superestructura" de Marx), pero ya sin obreros. Lo que viene luego, para bien o para mal, no tiene patrón, ley, formato. Lo curioso es que los asaltantes al Palacio de Invierno (una escaramuza, seis muertos) creyeran ya que estaban cambiando el mundo: era verdad.