Cuando me dispongo a redactar este artículo, se produce en España uno de los acontecimientos políticos más graves y peligrosos desde la Transición; nada menos que la prisión incondicional para ocho exconsejeros, incluido el ex vicepresidente y la petición de captura del expresidente y cuatro exconsejeros, estos huidos a Bélgica; y todos ellos miembros de la Generalitat de Cataluña. Así mismo el Tribunal Supremo ordena poner bajo control policial a los miembros de la Mesa del Parlament.

Si no fuera porque la situación es tan peligrosa y que el desconcierto ha llegado a un grado de desmán político y social, estaríamos ante el escenario de lo absurdo, protagonizado por unas personas, que a su vez constituyen unas élites que valiéndose de una épica soberanista y de un estado emocional, han arrastrado a miles de ciudadanos en una aventura comprometida. Las consecuencias son, que la sociedad española, en general, y la catalana en particular, están sufriendo un estrés, al que nos ha llevado el llamado procés; es decir al intento de ruptura, y que tácitamente pudiera significar un enfrentamiento entre Cataluña y el resto de España, lo que supone un peligro de máxima importancia y enorme trascendencia.

Es tan fácil como peligroso tomar este escenario a broma, haciendo guasas de una situación dramática. Por otro lado, es ciertamente triste y fatigoso estar viviendo estos acontecimientos y estos despropósitos tan esperpénticos, vergonzosos y cobardes, que nos hacen sentir vergüenza como a la mayoría de los ciudadanos que hemos contribuido, modesta y solidariamente, en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

No obstante no debemos perder la serenidad en el comportamiento personal ni en la racionalidad y coherencia en las medidas a adoptar. No olvidemos que la inmensa mayoría de los catalanes son, y quieren seguir siendo tan españoles como catalanes.

Eso sí, convendría no cometer más errores políticos de los ya cometidos. Ahora y siempre, corresponde aplicar la Constitución y las leyes con la inteligencia que es necesario ante la gravedad de los acontecimientos. Tampoco debemos contribuir a la creación de más enfrentamientos, que no hacen otra cosa que fomentar el enfrentamiento y el odio.

Es evidente que estamos ante una importante y grave situación política; también sabemos que la política la hacen los políticos , por eso tiene sentido traer el interesante cuento corto de García Márquez, lleno de enseñanza y sutilezas, muy propicio para los momentos que vivimos y que relata la siguiente anécdota:

"Un científico que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio. En busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico nervioso por la irrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo "como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie". Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo",

Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? De esta manera, el padre preguntó con asombro a su hijo: Hijito, tu que no sabías como era el mundo, ¿cómo lo lograste? Papá, respondió el niño; yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y empecé a recomponer el hombre, que si sabía cómo era".

"Cuando conseguí arreglar al hombre, di la vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo".