Dice el historiador hispano-musulmán Aben Hayyan que, allá por el año 893, Alfonso, hijo de Ordoño, rey de Galicia vino a la ciudad de Zamora, la abundante en árboles, y la edificó convirtiéndola en Medina y fortificándola.

Abu Marwan Hayyan, hijo de un importante administrador de Almanzor, redactó diversas obras sobre temática histórica que se han conservado de forma parcial y que constituyen una de las principales fuentes para el estudio del final de la dinastía Amirí, las revueltas de Córdoba y el comienzo de los reinos de Taifas.

Este historiador, ejemplo de discrepancias entre los cronistas árabes y cristianos, consigna que los términos de la ciudad de Medina Zamorati - como ellos la llamaron - estaban cubiertos de arboleda. Imaginamos que la Peña Tajada se erguía entre la frondosidad aledaña al río Duero, los olivos del que luego sería el Barrio de Olivares, el bosque de Valorio y el vergel que debió crecer a lo largo del antiguo cauce del río Valderaduey que discurría desde la zona de Las Llamas hasta desembocar en el Duero junto al arroyo de Valorio, por la que hoy es la Estación del Ferrocarril, el Barrio de Fuente la Reina, la Vaguada y la Avenida de la Feria, que pudieron ser frondosas vegas hasta la llegada de aquel cataclismo del año 987, que cambió el curso del río Valderaduey, y según los narradores árabes "tembló la tierra con tan espantoso ruido y estremecimiento, que cayeron muchos alcázares, se hundieron montes, se abrieron peñascos y la tierra tragó pueblos enteros".

Pero, antes de semejante terremoto, el rey Alfonso III el Magno repobló la ciudad, trayendo expertos alarifes, maestros de obras, que construyeron numerosos e importantes edificios, con lo que aumentó considerablemente la población al acoger a una inmigración mozárabe, consolidó el Duero como frontera meridional del reino en torno a las plazas fuertes de Toro y Zamora. Luchó enérgicamente contra los musulmanes, rechazó la yihad del rebelde Omeya Ibn al-Qitt y pactó con Ibn Marwan al Yalliqi, valí de Mérida.

Los últimos años del reinado de Alfonso fueron oscuros. Su hijo primogénito García trató de derrocarlo, lo que logró finalmente con la ayuda de sus hermanos.

Alfonso III abdicó, aunque conservó el título real, y murió en Zamora el 20 de diciembre del 910.