El intercambio de cartas entre Rajoy y Puigdemont nos habla de un desamor muy profundo entre ambos. "Si me quieres, dilo de verdad, sin tapujos, con un sí rotundo. Y si te vas de España, también". Eso se le ruega constantemente Mariano Rajoy al presidente de la Generalitat catalana. Este va a su bola; le dice en otra carta de poco cariño que ya veremos, que quiere una cita para "darse el pico" con el gallego registrador de la propiedad ajena. Y de momento suspende el procés para dialogar. Esto divide al independentismo: ERC lo asume; PDeCAT lo esperaba como agua en mayo, y la CUP no lo quería ni en pintura.

Los ahora no amantes se sienten muy presionados y se ven muy cerca del precipicio de un divorcio tortuoso y no pactado. No se aprecian, pero los dos presidentes ganan tiempo, "¿pa qué?". Pues encarecidamente, a pesar de la frialdad entre ellos, Puigdemont le pide a Rajoy, que no le ha hecho caso, que no les aplique el 155, ni en jarabe ni en supositorio.

¿República catalana, sí o no? Ni sí ni no, sino todo lo contrario. La declaración del presidente Puigdemont primero diciendo que sí, pero inmediatamente la suspende desde ya para negociar, es bastante ambigua. Y también resultó frustrante para los "indepes" de verdad, aunque algunos se rasguen las vestiduras. Puigdemont, Artur Mas, Junqueras, los líderes de la ANC y de Omnium Cultural (estos dos ya en la trena), serán castigados doblemente, por el pronunciamiento independentista de pacotilla y por su suspensión posterior también de quincalla.

El tema catalán no se soluciona solo con tropas policiales, ni represiones brutales o encarcelamientos ni con los discursos borbónicos ni empresariales.

Muchos políticos y empresarios han arrojado demasiada gasolina al "fuego catalán" con sus furibundas e irresponsables declaraciones y actuaciones.

Se necesita un diálogo sincero y constructivo, sin imposiciones. Sin embargo, Rajoy no hace nada -es inane- y deja que sean los jueces, fiscales, la policía y la guardia civil, los que se coman el marrón de la represión y de los excesos.

Luego permite al rey que le saque las castañas del fuego de la legalidad institucional incumplida. Y al final, son los mercados y poderes financieros los que han echado una mano de hierro al inactivo Rajoy, enviando sus "tanques de salvación". Pero por lo que estamos observando Pedro Sánchez ahora le supera: ha aprendido muy deprisa, no decide, ni dice ni hace nada, también.

La exhibición de músculo con banderas y cánticos al españolismo patriotero no tapan las corrupciones de los políticos de un lado (PP) y de otro (antigua CIU). A última hora, la "bajada de pantalones" de Artur Mas agrieta el bloque soberanista, acojonado por la salida masiva de empresas y capitales, por el grado que está adquiriendo el "procés", o porque ha pactado ya sobre sus inmolaciones e imputaciones. "Cataluña no está lista para la independencia real", dijo Artur. Apaga y vámonos... Y al final llegó la confusa y esperpéntica puesta en escena de Puigdemont con una proclamación -suspendida- de la república catalana, que ni chicha ni limoná. Y esas cartas de desamor y sin poesía entre los dos presidentes, ambas ambiguas, tibias, son propias de trileros de la política y no de estadistas.

De seguir así, a los dos (Mas y Puigdemont) les van a dar por todos lados y en el carnet de identidad español: los constitucionalistas, los jueces y la policía, Hacienda, los mercados financieros, los suyos, la CUP y la ciudadanía catalana en general. Les espera, a Mas y a Puigdemont, igual destino final que a Mussolini. Claro, no de arrebato y muerte física, pero sí electoral y como estadistas, por fracturar Cataluña política y socialmente, y por engañar a los "indepes", a los suyos.

Para empezar ya tenemos encarcelados a los dos lideres de ANC y Omnium por presunta sedición y agitación callejera. ¿Eso es delito de sedición? ¿Presos políticos o políticos presos, como una falacia lingüística jurídica? Una vez más andamos con el déficit democrático en España. ¿No se habrán pasado de frenada la jueza Lamela y el fiscal general Maza.

Nos parece desproporcionada -como a muchos- la imputación por un delito de sedición. Y más si es presunto, pues no llevaría penas de cárcel aún; no se entiende la prisión preventiva. Y lo peor falta por llegar, pues según se desprende de la lectura del auto de la jueza, se puede deducir que puede haber más detenidos en los próximos días (Trapero y otros líderes catalanes).

Con estas acciones judiciales y policiales, desmesuradas, el polvorín independentista ha explotado. Y una vez más es el Gobierno del PP (y en parte Cs) el que más fabrica independentistas en Cataluña y en España. Y además, está creando héroes y víctimas del españolismo autoritario al por mayor. En un Estado de derecho estas acciones represivas no son aceptables, son erróneas y torpes, y creemos que dan mucho oxígeno a la independencia catalana.